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Por Tania Tasé ()

Berlín.- En este tiempo en que muy pocos asuntos escapan a las redes sociales, hay un método de lucha que se ha desestimado y subestimado: el clandestinaje.

Trabajar clandestino, no es como muchos aplauden y promulgan prender el Cuarto de Tula. Esa es sólo una forma extrema. Que además de ser rechazada por la mayoría de la población cubana, puede ser muy contraproducente, pueden resultar heridas o muertas por el fuego personas inocentes. El fuego o la candelá, como decimos enCuba, es un elemento muy difícil de controlar, una vez iniciado.

Clandestinaje es un conjunto de acciones, que deben ir de lo más simple a lo más complejo, y que se realizan de forma SECRETA para eludir las consecuencias de la ley. En el caso concreto de Cuba, donde la ley la redacta y la aplica una tiranía, la concepción y puesta en marcha de acciones clandestinas deben ir encaminadas a hacer el mayor daño posible con el menor riesgo para sus ejecutantes, con el objetivo de eludir la represión. En buen cubano: bañarse y saber guardar la ropa.

Una de las cosas que más irrita a la dictadura cubana es que el pueblo use métodos semejantes a los que sus máximos líderes usaron para derrocar a la tiranía batistiana.

Ellos, además de todos los métodos violentos y terroristas que usaron, pintaban las paredes con consignas. Hasta que con el tiempo, el pueblo empezó a secundarlos por propia voluntad. En los años 50 del siglo pasado no había Internet y, mucho menos, redes sociales, pero muchas mañanas amanecían las paredes de las ciudades principales de Cuba con consignas y frases contra Batista.

Todo a sotto voce. En buen cubano: sin bulla.

En silencio…

Hoy la tiranía Castro-Canel, castiga de manera ejemplarizante a los que osan emplear sus propios métodos.

Hay muchas organizaciones opositoras que, aunque debilitadas por la represión y el encarcelamiento o destierro de sus dirigentes, pudieran empezar a sumar cubanos descontentos y con ganas de actuar, y clandestinamente, regalarles a la Dictadura muchas paredes pintadas.

Pero se pudiera empezar por algo mucho más sencillo, que sería posible hacer con menor riesgo y que daría un mensaje contundente, público y claro. Pónganse de acuerdo, poco a poco, con todos los que ustedes conocen que quieren ver el fin de la dictadura, empiecen por las personas más confiables: familias, amigos, vecinos, colegas de trabajo; y un día a una hora determinada pongan todos un letrero en sus puertas y ventanas. Todos a la vez.

Podrían poner todos un mensaje simple y del que no puedan ser acusados. Pudiera ser una sola palabra, por ejemplo: ‘VÁYANSE’. O ‘¿HASTA CUÁNDO?’

Pero es menester que todo se haga en secreto y al unísono y que sean muchos, muchísimos.

El principio o método de Fuenteovejuna.

Por razones obvias, no hagan convocatoria en redes. Si sale bien, hagan fotos y envíenlas a mí u a otros cubanos que estén fuera.

Es sólo una idea, no tiene que ser aceptada y ejecutada por todos exactamente así.

Si tienes una mejor, propónla y ejecútala.

Porque lo peor que puede suceder es que te autoconvenzas de que no es posible hacer nada.

«La libertad es crear opciones, no solo elegir entre las preexistentes». (Hannah Arendt)

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