
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Yoyo Malagón ()
Madrid.- El Real Madrid vuelve al Bernabéu este martes, pero no es el mismo de siempre. Ni el de Ancelotti, ni el de Zidane, ni siquiera el de Mourinho. Es el de Xabi Alonso, un tipo que habla como si estuviera leyendo un ensayo filosófico mientras el club arde en polémicas arbitrales y comunicados televisivos que parecen guiones de telenovela.
El partido contra Osasuna debería ser una fiesta, pero huele a examen. Y no solo para el técnico, sino para ese equipo que llega con cinco bajas clave —Bellingham, Camavinga, Mendy, Endrick y el suspendido Rüdiger— y una pretemporada más corta que la paciencia de Florentino Pérez con los árbitros.
Xabi, que juró no hacer promesas («soy más de hacer que de decir»), podría alinear un once con más interrogantes que certezas. En la portería, Courtois; en defensa, Carvajal (si logra recordar cómo se corre) y el recién llegado Alexander-Arnold, cuyo fichaje costó lo mismo que un apartamento en Miami, donde el Madrid no quiere que juegue el Barça.
En el centro, la ausencia de Bellingham obligará a Tchouaméni a hacer de todo, menos lo que sabe hacer; y arriba, Mbappé y Vinicius, quienes podrían convertirse en un dolor de cabeza para la zaga rojilla. La idea es acabar con esas hipótesis de que no encajan.
El gran dilema es Mastantuono: el argentino de 17 años que admira a Messi en pleno santuario madridista. Xabi podría darle minutos, aunque sea solo para demostrar que tiene más agallas que otros con las edad y más líneas en su currículo.
Hablando de árbitros: el Madrid llega obsesionado con ellos. No es para menos. La polémica del Mallorca-Barça (con un golpe en la cabeza ignorado por el colegiado) les sirvió para recordar que, en España, el VAR parece un arte abstracto.
Xabi, en lugar de sumarse al coro de quejas, soltó un «ojalá no tengamos que hablar de ellos» que sonó a resignación ilustrada. Mientras, Real Madrid TV sigue emitiendo vídeos sobre robos que han sufrido los blancos ante los oficiales actuantes. ¿Funciona esta estrategia? Para algunos es una supuesta paranoia colectiva del madridismo. Para la imagen del club, es como ponerle un megáfono a un conspirador.
Lo curioso es que Osasuna no es rival fácil. Llega con un técnico italiano, Alessio Lisci, que manda órdenes como si estuviera dirigiendo una ópera y cuyo pragmatismo podría hacer sudar a un Madrid en construcción. Si Xabi pierde, le lloverán críticas; si gana, dirán que fue lo mínimo. Así es el Bernabéu: un lugar donde hasta los aplausos tienen cláusulas.
Al final, este debut no trata solo de fútbol. Trata de si Xabi Alonso puede domar las fieras de la prensa, los silbidos de la grada y los comunicados de su propia casa. O si, como tantos antes que él, terminará convertido en un peón más del circo madridista. Este martes lo sabremos. O no.