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No quiero regresar más nunca a Cuba

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Por May Díaz

Miami.- He recibido la notificación de que mi caso de asilo ha sido desestimado por USCIS. La próxima etapa será una entrevista de miedo creíble y, después de allí, solo Dios sabrá qué sucederá con mi destino.

Cuando salí de Cuba le juré a mi madre que nunca más volvería a poner un pie en esa tierra. Ni aunque un día se convirtiera en un paraíso bajo las estrellas. Mi psiquis, mi ser y mi espíritu no soportarían regresar a un lugar que solo me ha dejado cicatrices y recuerdos de dolor. Le prometí a mi madre que haría todo lo posible por reunirnos algún día. También que lucharía por ella, por mi padre y por mi hija, y que solo le pedía a Dios dos cosas: fuerzas para trabajar y salud para resistir.

Partí con cuatro trapos en una mochila. Llevaba el dinero contado, miedo en el cuerpo y un nudo en la garganta que nunca se ha desatado. El de dejar a mi hija atrás y a mis padres, que ya rozan los 70 años. Han pasado casi cuatro años en Estados Unidos y cada noche, al cerrar los ojos, me persigue la misma imagen. Mi niña de seis años dormida el día de mi partida. Toqué su carita, la memoricé con mis manos e intento que el tiempo no borre de mi piel esa sensación. Vivir lejos de un hijo, sin saber cuándo volverás a abrazarlo, es como cargar con una daga clavada en el pecho. Cada día se hunde un poco más, te desangra el alma. Pero tienes que seguir porque ellos te necesitan de pie.

En estos años no he dejado de denunciar a la dictadura cubana. No he callado, no he dejado de señalar las injusticias. Tanto por lo que me hicieron a mí como por lo que le hacen a mi pueblo. No quiero regresar jamás a esa isla. Aunque viva lejos, seguiré siendo cubana y me seguirá doliendo el dolor de los míos.

Mi infierno

Quienes me conocen saben que salí de Cuba después de las protestas del 11 de julio. Fui golpeada, interrogada, amenazada y vigilada hasta que logré escapar gracias a Dios. Pude haber sido una presa más de las miles que hoy están en las cárceles del régimen. Mi padre, con casi 70 años, también marchó ese día; también fue interrogado.

Los que me siguen saben que enfrenté un infierno personal con mi hija en Cuba. Tuve que denunciar, enfrentar a instituciones y militares para que hubiera un mínimo de justicia. La dictadura me torturó psicológicamente durante dos años. Finalmente, se hizo un juicio y el abusador fue encarcelado.

He soportado depresiones, noches sin dormir, tormentas internas que casi me rompen, y aun así nunca dejé de denunciar el terrorismo de Estado en Cuba.

Por todo esto, quiero dejar algo absolutamente claro:

Yo, Maylen Díaz, no regreso a Cuba ni muerta!! He dicho a mi familia que si la muerte me sorprendiera, no permitan que mi cuerpo sea llevado jamás a esa isla.

A las autoridades de Estados Unidos solo puedo pedirles algo desde el fondo de mi alma. Si algún día la opción es deportarme a Cuba, no lo hagan. Matenme!!!!. Sería condenarme a la más cruel, sádica e inevitable de las muertes. Enfrento la vida con valentía. Estoy lista incluso para la muerte, pero no para volver a pisar esa tierra. Si me tocara morir al menos quiero tener una muerte digna.

(El hombre al lado en la foto es mi padre. Qué orgullo tengo, papá, de que seas mi padre. Qué orgullo compartir las calles de Camagüey el 11 de julio en busca de libertad contigo a mi lado.

La policía que se ve aquí en la foto fue la que me golpeó.)

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