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La paz no se construye con cañones

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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- A veces me cuesta comprender cómo personas inteligentes pueden perder el norte cuando se trata de temas tan trascendentales como la paz. El rechazo visceral a ciertas figuras políticas —como Trump— parece nublar el juicio de muchos, llevándolos a justificar lo injustificable.

¿De verdad creen que enviar más armas a Ucrania es la solución definitiva? ¿Que aplastar a Rusia militarmente traerá estabilidad a Europa?

Después de más de tres años de conflicto, con más de 600.000 millones de dólares en ayuda militar occidental entregada a Ucrania, el país sigue perdiendo territorio.

Su mayor escasez no es de tanques ni misiles, sino de hombres. Según cifras recientes, más de 43.000 soldados ucranianos han muerto, junto con 198.000 soldados rusos, y se estima que el total de víctimas —incluyendo civiles— podría superar las 420.000 personas.

¿No les dice nada la imagen de un tren con miles de cadáveres congelados? ¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que se cuestione esta estrategia?

La obsesión por resolver los conflictos con armas nos ha hecho mucho daño. Basta mirar a Josep Borrell, quien desde su retiro frente al Mediterráneo vive sin preocupaciones, con sueldo vitalicio y millones obtenidos por comisiones en la venta de armas.

Pasará a la historia como el diplomático que prefirió los cañones a la negociación. ¿Dónde quedó la diplomacia europea?

Es muy fácil ver los toros desde la barrera

La historia nos ofrece ejemplos claros de que la diplomacia puede evitar catástrofes. En 1815, el Congreso de Viena reorganizó Europa tras las guerras napoleónicas y estableció un equilibrio de poder que mantuvo la paz durante décadas.

Tras la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones intentó prevenir nuevos conflictos, y aunque fracasó, sentó las bases para la creación de la ONU en 1945. Durante la Guerra Fría, tratados como el SALT (Strategic Arms Limitation Talks) ayudaron a evitar un conflicto nuclear entre EE. UU. y la URSS.

Hoy, sin embargo, parece que hemos olvidado esas lecciones. En lugar de buscar canales de diálogo, se opta por enviar más armas. A quienes defienden esa postura, les digo: manden también a sus hijos, a ver si siguen pensando igual.

Esto no va de Putin ni de Zelenski. Va de evitar una guerra mundial. Va de salvar millones de vidas. Va de recuperar el sentido común. Porque es muy fácil ver los toros desde la barrera, sin mirar las consecuencias.

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