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Por Edi Libedinsky ()
La historia de William Leslie Arnold es un caso de fuga y desaparición que ha intrigado a la policía y al público durante más de seis décadas. Es un relato de crimen juvenil, arrepentimiento aparente y una fuga tan perfecta que se convirtió en una leyenda.
El 20 de mayo de 1958, William Leslie «Billy» Arnold, un adolescente de 16 años de la localidad de Omaha, Nebraska, cometió un crimen horrendo. Después de tener una discusión con sus padres, James y Opal Arnold, por haberle negado el uso del coche familiar, Billy se enfureció. Esa noche, les disparó y los mató, enterrando sus cuerpos en el patio trasero de la casa. Luego, se fue al cine con su hermano pequeño, de tan solo 12 años, y el coche familiar.
El crimen no fue descubierto hasta días después, cuando un familiar visitó la casa y notó la ausencia de los padres. Tras un breve interrogatorio, Billy confesó los asesinatos. Fue juzgado y condenado por homicidio involuntario en 1959 y sentenciado a 25 años de prisión, a ser cumplidos en la Escuela de Capacitación de Nebraska para jóvenes infractores, una cárcel de máxima seguridad.
A pesar de su terrible crimen, Billy era un prisionero modelo. Se le describía como inteligente, educado y arrepentido. Sus supervisores lo consideraban un ejemplo para los demás internos y lo ascendieron al estatus de «prisionero de confianza». Esta confianza fue su clave para la libertad.
El 14 de julio de 1967, nueve años después de su encarcelamiento, Billy fue asignado a un trabajo en la granja de la prisión. Cuando los guardias terminaron el turno, lo dejaron en un cobertizo de herramientas, pero cuando regresaron, Billy ya no estaba. Había desaparecido.
La búsqueda de Billy Arnold se convirtió en una de las mayores persecuciones de fugitivos en la historia de Nebraska. Los investigadores creían que Arnold, gracias a su comportamiento ejemplar, había planeado la fuga meticulosamente. Había ahorrado algo de dinero y, según sus compañeros, había hablado en repetidas ocasiones de escapar y comenzar una nueva vida bajo otra identidad.
Con el paso de los años, el caso de Billy Arnold ha generado numerosas teorías, pero ninguna ha sido confirmada:
Una nueva vida: La teoría más popular sostiene que Arnold logró evadir a las autoridades y construyó una vida completamente nueva en algún lugar del país. Su inteligencia y su capacidad para ocultarse hicieron que su historia fuera plausible.
Muerte o accidente: Algunos investigadores han especulado que pudo haber muerto poco después de su fuga, en un accidente o en una confrontación, y su cuerpo nunca fue identificado.
Contacto con su hermano: Años después, su hermano, que vivía con los padres de un amigo, se negó a hablar de Billy, lo que llevó a la especulación de que pudo haber tenido contacto con él o de que sabía más de lo que contaba.
Durante décadas, la policía creyó que Arnold se había «evaporado». Se convirtió en una de las leyendas de fugas más limpias de la historia. Sin embargo, en 2023, una investigación del Servicio de Alguaciles de EE. UU. (U.S. Marshals) logró confirmar su paradero a través de una prueba de ADN.
Los investigadores descubrieron que William Leslie Arnold había vivido en Australia con la identidad de John Vincent Damon. Se había casado, formado una familia y se había labrado una exitosa carrera como empresario. Su esposa e hijos no sabían nada de su oscuro pasado y lo consideraban un hombre de familia ejemplar.
El secreto de su vida salió a la luz cuando uno de sus hijos, intrigado por el misterio de la familia de su padre (quien siempre había dicho que era huérfano), se realizó una prueba de ADN. El resultado coincidió con el de un familiar de Arnold en Estados Unidos, lo que permitió a las autoridades conectar los puntos.
Arnold falleció en 2010 en Tamborine Mountain, Queensland, Australia, a la edad de 67 años, por lo que nunca fue arrestado por su fuga. El caso, que había permanecido abierto durante más de 55 años, finalmente se cerró. Su historia es un increíble ejemplo de cómo una persona pudo reinventar su vida por completo, pero también un recordatorio de que los secretos más grandes de la historia pueden revelarse a través de la tecnología moderna.