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La última de la dictadura: Cubasolar convoca a concurso nacional

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Por Yeison Derulo

La Habana.- La dictadura cubana, experta en vender humo, vuelve a la carga con otra de sus vitrinas propagandísticas: el II Concurso Nacional sobre fuentes renovables de energía de Cubasolar. Lo presentan como un esfuerzo por fomentar la transición energética. Sin embargo, el país entero sabe que no hay voluntad real para cambiar nada. Mientras los cubanos soportan apagones interminables y termoeléctricas moribundas, el régimen se entretiene con premiaciones, talleres y discursos de salón.

Alois Arencibia Aruca, directivo de Cubasolar, habla de “municipios con resultados ascendentes”. Sin embargo, en Cuba no existe un solo rincón donde la energía limpia y el respeto ambiental son una prioridad. ¿De qué ascenso hablan si en pleno 2025 seguimos dependiendo del diésel que nunca alcanza y de las plantas flotantes alquiladas a precio de oro? La retórica de “políticas, líneas estratégicas y programas” suena bonita en un papel timbrado. Pero en la vida real es un cascarón vacío.

El concurso incluye categorías para “soluciones técnicas” que lleven tres años funcionando. Esa frase sola delata el chiste: si algún sistema de energía renovable sobrevive tres años en Cuba, es casi un milagro. Esto se debe a la falta de piezas, el robo de componentes y la desidia estatal que acaban con cualquier proyecto antes de cumplir su primer aniversario. En vez de exhibir casos excepcionales, deberían explicar por qué el resto de las iniciativas terminan abandonadas o inservibles.

Cinismo en estado puro

También premiarán la “educación especializada” y la “promoción y divulgación” en redes sociales y medios masivos. El problema es que en Cuba los medios masivos están controlados por el Partido y las redes sociales las vigila la Seguridad del Estado. La promoción no será sobre cómo instalar paneles solares de manera independiente. En lugar de eso, será sobre cómo aplaudir las migajas que entrega el régimen en nombre de la transición energética.

Las fechas que anuncian para la recepción de propuestas, la premiación y hasta el XVI Taller Internacional suenan como el calendario de un país estable y productivo. La realidad es otra. Mientras Cubasolar planifica su fiesta para 2026, la gente sigue cocinando con leña, iluminándose con velas y tirando cubos de agua en edificios donde el bombeo no funciona. El contraste entre la propaganda oficial y la vida cotidiana es tan obsceno que este concurso parece una burla.

Lo más cínico es que Cubasolar cumplirá 31 años justo cuando la crisis energética alcanza uno de sus peores momentos. Tres décadas que no se traducen en independencia energética ni en una matriz más limpia. En cambio, significa dependencia absoluta del combustible importado. Celebrar ese “logro” con diplomas y discursos es la especialidad de un sistema que vive de las apariencias. Esto sucede aunque el país esté sumido en la oscuridad literal y moral.

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