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El humor no es un chiste: cuando reír (y pensar) es un arte

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Por Ulises Toirac ()

El humor inteligente no es estéril. La interpretación de arte (y el humor lo es) no depende de los recursos que se utilicen solamente. Es difícil etiquetar qué es humor inteligente. De hecho no es una «etiqueta» académicamente hablando.

Existen ejemplos. Desde Les Luthiers hasta Kevin Hart, de Chaplin a Cantinflas. Son infinitamente variados los recursos que se utilizan para provocar la risa o la sonrisa. De hecho, el concepto de qué es humor o no, está en constante discusión debido a la dupla intención creadora y asimilación del espectador.

Para algunos estudiosos, la simple intención del autor (aunque no provoque ni risa ni sonrisa) ya vale. De la misma manera una obra que no fue concebida con ese fin, pero que por algún fenómeno (ya sea geográfico, temporal o de otra índole) logre la risa, puede ser considerado humor.

En mi modesta opinión, es uno de los campos más controvertidos del arte, porque está estrechamente vinculado a fenómenos sicológicos y sociológicos. Y eso lo convierte en campo de especulación teórica.

Humor inteligente y recursos humorísticos

¿Qué entiendo yo por «humor inteligente»? Aquel que entraña un proceso mental de descubrimiento. El individuo es enfrentado a un paradigma que necesita una recodificación para despejarlo. Ese ejercicio, inevitablemente, está exento de primitivismo o bajos instintos. Requiere un proceso mental que lo ubica en el campo de la intelectualidad.

Los recursos son otra cosa. Son los medios de los que se vale el artista. Las malas palabras, los gestos «groseros» , las citas literarias, la hipérbola, los retruécanos… Son recursos. Y casi finalmente están el gusto y los hábitos culturales, que igual influyen en la apreciación del humor. La guinda del pastel de todo esto es la resonancia. Cuánto «cala» o no en la sociedad. Cuánto «moviliza» o no. Y esto último depende en gran medida de todo lo anterior.

Es bonito pensar toda esta mierda de la profesión. Como que lo hace sentirse a uno entimbaladamente profundo y elitista. Por eso siempre prefiero resumir todo lo dicho con un simple: «Haz reír y pensar. Si quieres ganar dinero, vende pollo»

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