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Por Albert Fonse ()

Las agencias testaferros del castrismo no operan únicamente en La Habana. Funcionan impunemente desde Miami, Toronto, Madrid y Londres, disfrazadas de empresas familiares, plataformas de ayuda o comercios digitales.

Lo que aparenta ser caridad termina siendo un canal internacional de lavado de dinero que mantiene en pie al régimen cubano.

El embargo económico que en teoría asfixiaría a la dictadura ha sido burlado por una red transnacional de empresas pantalla, bancos cómplices y estructuras financieras opacas que garantizan el ingreso constante de dólares, sin dejar huella directa en el sistema sancionado.

Es un modelo que depende de la desinformación del exilio, la permisividad de gobiernos extranjeros y la astucia de agentes encubiertos.

En Miami, docenas de agencias camufladas como servicios de paquetería o asesorías familiares captan remesas mediante pagos en efectivo, transferencias personales o criptomonedas. Las operaciones evitan el circuito bancario formal, lo que les permite esquivar la vigilancia del Departamento del Tesoro.

Una vez captados los fondos, se triangulan hacia cuentas en Panamá, México o República Dominicana. Desde allí se reconvierten en efectivo o criptoactivos que llegan a Cuba mediante operadores autorizados por el régimen. El dinero no pasa por tarjetas MLC ni plataformas oficiales: el castrismo quiere dólares físicos.

Todo el sistema está diseñado para garantizar que las divisas terminen en manos del aparato militar, sin beneficiar directamente al ciudadano común. Mientras el pueblo no tiene acceso a una farmacia, los generales tienen acceso directo al flujo financiero del exilio.

Cuballama, Supermarket, Katapulk

En Canadá operan plataformas como Cuballama y Supermarket23. Aunque se presentan como negocios independientes, fueron creadas y son gestionadas por operadores vinculados al régimen. Detrás de Cuballama está Víctor Castro Vaquero, una figura que durante años permaneció en la sombra.

Desde Canadá facilitó la articulación de una red digital de servicios que, bajo el disfraz de telecomunicaciones, terminó conectada a los mecanismos de captación de divisas del régimen a través de ETECSA.

Supermarket23 funciona como un supermercado virtual desde el extranjero, pero su estructura logística en la isla está completamente bajo control de CIMEX y otras entidades militares. Los nombres de Vladimir Graverán y Aníbal Quevedo, hoy más conocidos, estuvieron desde el inicio al frente de esa operación, facilitando la canalización directa de dinero desde el exterior hacia las cadenas de distribución del Estado.

En España se repite el mismo modelo con Katapulk, una plataforma de comercio que aparenta vinculación con pequeños productores, pero que en realidad funciona como un canal de abastecimiento indirecto de las tiendas estatales.

Díaz-Canel y Hugo Cancio

Su rostro visible es Hugo Cancio, un viejo conocido del castrismo, reciclado como empresario cultural, operador de medios y gestor de negocios con Cuba. Su lealtad ha estado siempre al lado del poder. Katapulk ha sido clave para captar euros disfrazados de ayuda humanitaria y garantizar que el flujo económico no se detenga.

Europa no está al margen

La operación financiera se apoya además en bancos extranjeros. En Londres, el Havana International Bank ha funcionado durante décadas como brazo financiero del régimen en Europa. Aunque opera en territorio británico, ha servido para canalizar pagos a empresas estatales cubanas sin pasar por el sistema bancario estadounidense.

En los paraísos fiscales de jurisdicción británica, como las Islas Vírgenes o Caimán, se han registrado decenas de sociedades pantalla que esconden los ingresos provenientes del turismo, el comercio de ron y tabaco, o de negocios mixtos con empresas extranjeras. Estas estructuras permiten mover capitales de forma anónima, comprar propiedades y pagar comisiones a funcionarios fuera del alcance de cualquier auditoría.

Los escándalos del Panama Papers y Pandora Papers confirmaron lo que muchos ya denunciaban. Aparecieron estructuras empresariales vinculadas al régimen cubano, a través de ciudadanos con doble nacionalidad, testaferros disfrazados de empresarios privados y conexiones con el comercio exterior de tabaco, níquel y biotecnología.

Se documentaron operaciones realizadas a través de Liechtenstein, Suiza y bancos europeos utilizados por representantes del régimen o sus familiares para ocultar dividendos. Lo que fue minimizado por la prensa internacional quedó registrado como evidencia de que el castrismo no solo reprime: también opera como una mafia financiera internacional.

Usan hasta a los reparteros para mover dinero

En paralelo, Cuba ha replicado modelos usados por Corea del Norte, especialmente en materia de lavado de dinero mediante estructuras culturales. Grupos musicales, festivales organizados por instituciones culturales del régimen y figuras del entretenimiento han sido utilizados como fachada para justificar movimientos de efectivo.

La nueva ola de reguetón cubano, financiada con capital sin respaldo, ha servido para blanquear ingresos, transportar divisas y facilitar operaciones encubiertas. Artistas sin éxito comercial real exhiben poder adquisitivo, viajan con frecuencia, manejan efectivo en cantidades que no pueden justificar y evitan criticar abiertamente al régimen.

Algunos han operado como mulas financieras, sirviendo como puente entre redes empresariales en Europa y operadores económicos en La Habana.

El dinero en efectivo circula también en fiestas privadas, compraventa informal, reventa de productos y ferias semiclandestinas donde el régimen permite actividad a cambio de una parte. La economía informal que algunos presentan como resistencia es en muchos casos economía regulada por el Ministerio del Interior. Nada se mueve fuera del control del poder.

Todo este modelo es posible porque existen operadores, testaferros y agentes económicos a los que se les ha permitido actuar durante años bajo una apariencia de legalidad. Llevo más de cuatro años investigando y denunciando este sistema. Fui quien sacó a la luz nombres que hasta entonces no figuraban en ninguna lista, no aparecían en prensa ni eran cuestionados públicamente.

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