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Jaruco: se desmorona su patrimonio

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Por Francisco Martínez Chao ()

Jaruco.- Unos segundos después de que el corazón humano deja de latir, comienza el proceso conocido en medicina forense como ALGOR MORTIS. Esta frase de raíces latinas en español significa el FRÍO DE LA MUERTE.

Y una buena parte del patrimonio de la Ciudad Condal de Jaruco está en esa fase. Se desmorona su linaje nobiliario ante la pasiva mirada de sus actuales habitantes y regentes.

¿Qué es el patrimonio integral de un pueblo? Es la suma de tradiciones, costumbres, religiones, creencias, cosas tangibles e intangibles, que conforman el legado cultural, histórico y natural de un territorio específico.

Entiéndase inmuebles, monumentos, el teatro, la danza, la música, personajes populares, escenarios bélicos, la plaza fundacional, el sonoro bronce de las campanas, la estación ferroviaria, el ayuntamiento, la gastronomía, las verbenas, el triste final de Sixto Agencia, los pregones de Salustiano y Machón, de Ma Isabel y sus tambores batá.

Jaruco patrimonial comenzó a edificarse en la segunda mitad del siglo XVIII y durante la anchura del XIX.
Desde entonces la irreversible erosión del tiempo, el azote de huracanes e incendios, hasta la impericia e indiferencia de las autoridades municipales durante todo el siglo XX, contribuyeron al deterioro. Lamentablemente, eso es lo que exhibe hoy la Ciudad Condal.

El holocausto patrimonial

Escribo con un nudo en la garganta, porque el patrimonio es un tesoro invaluable, es la identidad de una comunidad. Y me duele observar como algunos inmuebles del centro histórico se desmoronan inevitablemente.

Un ejemplo del holocausto patrimonial resultó de la demolición en 1987 de la bella estación colonial. Esta estación surgió con la llegada del ferrocarril a Jaruco en 1860. Con el desplome de las ocres tejas del techo quedó sepultada una laboriosa y colorida página del histórico quehacer ferroviario. En su lugar construyeron una hormigonada edificación.

El parque José Martí (la antigua Plaza de Armas) está presidido por la bronceada efigie de nuestro Héroe Nacional José Martí. Esta escultura fue hecha por el célebre escultor cubano Juan José Sicre en 1939. Sin embargo, carece de al menos una tarja dedicada al asalto a la villa de Jaruco el 18 de febrero 1896. Este evento fue ejecutado por la tropa de Antonio Maceo Grajales, Lugarteniente General del Ejército Libertador.

Un escenario bélico donde cayeron en combate cubanos y españoles. Un jalón importantísimo en la historia de Cuba y del patrimonio local.

Y por la entrada suroeste (acceso a Jaruco desde San José de las Lajas) se ubica el obelisco que marca el sitio donde estaba el bohío familiar. Este lugar sirvió de Puesto de Mando al Mayor General Antonio Maceo.
Desde allí organizó el asalto al encumbrado poblado de Jaruco. El ataque sorpresivo comenzó a 21:00 horas de aquella fría noche y concluyó al filo de las cuatro de la madruga del 19 de febrero.

¿Qué queremos para el futuro?

En algunas fechas conmemorativas le pasan la mano, pero luce arruinado.

Y es un lugar de tributo y respeto por uno de los hombres ilustres de nuestra corajuda historia por la independencia. No se requieren cuantiosos recursos para embellecer la solemnidad del lugar.

Estoy seguro que al General Antonio le encantaría que allí crecieran árboles y flores de la biodiversidad nacional.

Y no quiero extenderme más en los inmuebles de los siglos XVIII y XIX, que en este minuto colapsan a la vista de todos.

Cabe preguntarse: ¿Qué ciudad queremos para las futuras generaciones?

Una villa bella, como aquella que antaño hechizó por sus encantos arquitectónicos y naturales a ilustres viajeros cubanos y extranjeros.

Aún la desvencijada Ciudad Condal de Jaruco puede recuperarse. Esto es posible a pesar de las encrucijadas económicas que agravan la adquisición de materiales constructivos y multiplican el costo de esos recursos.

Una propuesta… al menos

Aunque, restaurar inmuebles de los siglos XVIII, XIX y principios de XX depende casi en un ciento por ciento de materiales locales: la piedra, el barro, la arcilla, la cal. Es algo posible.

Solamente se requiere de voluntad política e inteligencia colectiva colegiada.

Es de urgencia crear un equipo multidisciplinario que diseñe un Plan Maestro. Este equipo debe ser capaz de emprender con ingenio y sabiduría labores restauradoras, con lo poco que se tiene.

Además, existen lazos históricos entre la capital cubana y Jaruco. Esto se debe a que su fundador Don Gabriel Antonio Beltrán de Santa Cruz y Aranda nació en la inigualable San Cristóbal de la Habana.

Pudiera lograrse un hermanamiento (asesoría) con la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. En cierta ocasión, el Dr. Eusebio Leal Spengler sentenció: ¨Preservar el patrimonio material e inmaterial de la ciudad es importante, pero no como una tarea de momificar el pasado¨.

Y unos segundos después de que el corazón humano deja de latir, comienza el proceso conocido en medicina forense como ALGOR MORTIS, frase de raíces latinas que en español significa el FRÍO DE LA MUERTE.
Una buena parte del patrimonio de la Ciudad Condal de Jaruco está en esa fase, desmoronándose su linaje nobiliario ante la pasiva mirada de sus actuales habitantes y regentes.

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