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Por Robert Prat ()
Miami.- Los Seattle Mariners no han llegado a la postemporada por un pelo en las últimas dos temporadas. Parece que esta vez no quieren dejar nada al azar. Su adquisición de Josh Naylor, el primera base de los Arizona Diamondbacks, es un movimiento agresivo. Grita «¡basta de casi!» a la Liga Americana.
A cambio, los Diamondbacks reciben dos lanzadores jóvenes —Brandyn García y Ashton Izzi—. Esto sugiere que Arizona está más enfocado en reconstruir su rotación para el futuro. La idea es repetir su sorpresiva aparición en la Serie Mundial del año pasado.
Naylor, por su parte, llega a un equipo hambriento de poder ofensivo y liderazgo en el clubhouse.
Naylor no es solo un bateador consistente (.292/.360/.447 esta temporada). También es un jugador que rara vez se deja ponchar (solo 49 en 394 turnos al bate). En un equipo como Seattle, que ha luchado por anotar carreras en momentos clave, su capacidad para mantener viva la ofensiva será invaluable.
Además, su energía contagiosa —recordemos sus celebraciones épicas en Cleveland— podría ser el antídoto perfecto. Especialmente para un equipo que a veces parece jugar con la presión de una fanaticada que lleva décadas esperando un campeonato.
Arizona, mientras tanto, se despide de un jugador que apenas llevaba medio año con el equipo. Naylor llegó en un canje con Cleveland, pero ya había demostrado su valía. Su salida confirma que los Diamondbacks están en modo «reinicio». Especialmente con la posible salida de Eugenio Suárez y los lanzadores Merrill Kelly y Zac Gallen en la agencia libre. Para ellos, García e Izzi representan apuestas a futuro. El primero es un zurdo con un sinker letal. El segundo es un derecho con potencial, aunque irregular esta temporada.
Lo curioso es que Seattle, a pesar de tener uno de los mejores sistemas de ligas menores del béisbol, no tocó a sus prospectos más codiciados (Colt Emerson, Jonny Farmelo) para cerrar este trato. Eso habla bien de su gerencia. Sin embargo, también deja una pregunta en el aire: si no usan esa cantera ahora, ¿cuándo? Con seis juegos detrás de Houston en la División Oeste y empatados con Boston por un comodín, los Mariners necesitan más que Naylor para asegurar su boleto a octubre.
Para Naylor, este canje es una oportunidad de oro. Después de años en Cleveland y un breve paso por Arizona, llega a un equipo con aspiraciones claras. Hay una ventana competitiva que se está abriendo. Si ayuda a Seattle a romper su sequía postemporada, se convertirá en leyenda. Si no, al menos habrá dado a los fanáticos algo emocionante que ver en septiembre.
Mientras tanto, en Arizona, este movimiento huele a rendición. Pero en el béisbol, a veces hay que retroceder para avanzar. El problema es que, en una división tan competida como la Oeste de la Nacional, «retroceder» puede significar años de irrelevancia. Por ahora, los Diamondbacks parecen dispuestos a correr ese riesgo. Seattle, en cambio, apuesta al presente. Y Naylor es su ficha más reciente en este juego de ajedrez.