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Por Dagoberto Valdés Hernández (centroconvergencia.org)
Pinar del Río.- Los síntomas del final se aceleran. Cada vez se acumulan más rápidamente las señales de la etapa terminal. Estas se agregan y acumulan sobre las que han existido desde hace más de seis décadas y, por desgracia, se suman a las que parece que se intentan considerar como “normales” hoy: el hambre, la falta de medicamentos, la falta de agua, los apagones… Y una larga lista de calamidades que hacen de Cuba un país invivible, agonizante. ¡Ojalá que los cubanos no nos acostumbremos a la calamidad!
Además de todo lo anterior, en las últimas semanas se precipitan, con efecto dominó, como una cascada de absurdos, acciones cuyo patetismo no tiene medida ni comparación. Solo mencionaré algunas de ellas:
1.El ministro de Turismo dijo, en la Asamblea Nacional, que el turismo estaba en el peor momento de la historia reciente y relacionó la caída de visitantes con el “desabastecimiento del sector”. “Este ha sido el peor momento desde el derrumbe de las Torres Gemelas, en 2001, sin contar el período pandémico”. Y especificó algunas causas internas, entre ellas: “la centralización en el pago en divisas y los esquemas poco atractivos para los productores nacionales, especialmente del sector agrícola”. Sin comida no hay turismo, se podría sintetizar.
2.El ministro de Salud de Cuba ha expresado, en la reciente finalizada sesión de las Comisiones de la Asamblea Nacional, que la tasa de mortalidad infantil aumentó en Cuba a 8,2 por cada mil nacidos, comparado con el 7,4 del año pasado.
El ministro reconoció también que existe “una disponibilidad de solo el 30% del cuadro básico de medicamentos, que en las farmacias alcanza apenas el 32%”, hasta “que se cuente con el financiamiento necesario”. Y aseguró que: “Entre la población persisten justas insatisfacciones asociadas a la prestación de servicios, que nos ha sido imposible solucionar”. Sin medicamentos no hay salud, podría ser la conclusión.
3. La ahora exministra de Trabajo y Seguridad Social, expresó con toda la tranquilidad y la contundencia que da un discurso aprendido que “en Cuba no hay mendigos” y continuó: “Hay gente que se hace pasar por mendigo para ganar dinero fácil..” “Hemos visto personas que aparentan ser mendigos, pero cuando usted les mira las manos, cuando usted les mira las ropas que llevan esas personas, están disfrazadas de mendigos, no son mendigos”.
Sentenció además, la entonces ministra: Son “personas que han encontrado un modo de vida fácil”. Y añadió: “¿Buzos? No, los buzos están en el agua. Esas personas que están en los tanques de basura están buscando latas”. Y afirmó: “No están buscando comida. Eso tampoco es verdad. Esos son patrones que nos tratan de imponer. Son ilegales del trabajo por cuenta propia que están violando el fisco”. Y refiriéndose a los que piden limosna en los semáforos: “No hacemos nada con bajar la ventanilla y dar dinero. Al contrario, estamos deformando. Hay que combatirlos. No podemos permitir esta conducta”.
En resumen: Hay que combatir a los pobres, son ilegales, personas de vida fácil, violadores del fisco. Increíble, pero cierto.
4. De un plumazo y sin previo aviso a la población se modifica, nada menos, que la Constitución de la República proclamada hace solo seis años en 2019. La modificación aprobada se refiere a eliminar el límite de edad de 60 años para asumir por primera vez el cargo de Presidente de la República de Cuba. Esto había sido planteado en el debate controlado previo a la proclamación de la Constitución y entonces fue desestimado. Ahora fue aceptado. ¿Por qué? ¿Qué tanto ha cambiado la situación en solo estos últimos seis años? Está decisión suscita varias preguntas:
¿No hay ni un cubano menor de 60 años que tenga condiciones para asumir la Presidencia de la República? ¿Por qué?
¿Se tiene que cambiar la Carta Magna porque solo se confía en esa generación de los muy mayores? ¿Por qué?
¿Qué se está preparando de antemano con esta modificación constitucional? ¿Ya se está previendo un designado que tiene más de 60?
Hechos como los mencionados y otros muchos componentes, como un “rompecabezas” (al que le faltan piezas que irán apareciendo irremediablemente), conforman la situación crítica de Cuba hoy. Son alertas. Son señales de atención. Pobre de Cuba y de los cubanos si no las vemos, si las vemos y no las tejemos, y si las tejemos y, aun así, no interpretamos lo que nos quieren decir estos “signos de los tiempos”, estos componentes de una “tormenta perfecta”.
Concatenar los acontecimientos
Para poder hacer un análisis lo más objetivo y elocuente de la realidad en la que estamos hundidos es indispensable, estrictamente necesario, tejer los acontecimientos, concatenándolos con sus causas y preveniendo sus consecuencias. Esto habría que hacerlo ya.
Es natural y lógico que nos quejemos, que lamentemos este estado terminal, pero lo que no es lógico, ni natural, ni saludable para el futuro de Cuba, es paralizarnos. Lo que no es normal es que los cubanos, de la Isla y de la Diáspora, nos quedemos en esta inercia, “mirando al Cielo”, o mirando al Norte, o mirando al suelo arrasado.
Es hora de pasar del lamento a la propuesta, del daño a la sanación, de la alienación al compromiso con nuestro País y su futuro en libertad y democracia. Cada cual con lo que es, a partir de lo que cree, fiel a lo que piensa, canalizando lo que siente y encaminando su comportamiento hacia la Verdad, la Justicia y el Bien de Cuba.