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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- Una razón básica para la previsible ineficacia macroeconómica de la propuesta oficial de múltiples regímenes cambiarios para distintos “circuitos monetarios” es que si no se supera la crisis agropecuaria, el peso cubano no tendrá respaldo. No importa los ardides que inventen.
Probablemente eso explica la ausencia de cifras agropecuarias en la presentación del informe del Ministerio de Economía y Planificación. Los datos no deben ser buenos y de conocerse quedaría claro que la propuesta de “nuevo mercado cambiario” es una entelequia.
Dicho de otra manera: siendo la compra de alimentos aproximadamente 70% del gasto de una familia cubana, el peso cubano será “papel mojado” frente a las divisas. Esto ocurrirá mientras que la débil oferta interna de alimentos presione sus precios y exija una elevada importación de estos.
La multiplicidad cambiaria nunca fue la mejor opción. Pero después de la crisis de los 90s y hasta 2020, la tasa de cambio del peso cubano (para operaciones privadas) fue relativamente estable. Esto fue posible gracias -en alto grado- a la rápida recuperación de la actividad agropecuaria.
Asumir que luego del estrepitoso fracaso del “ordenamiento” pudiera diseñarse una multiplicidad cambiaria parece ignorar que las dinámicas agropecuarias de los 90s y la actual son muy diferentes. En esta, una tasa flotante se movería hacia un fortalecimiento del peso.
Reproduzco un post publicado en enero sobre las divergentes trayectorias del agro en los 90s y en la actualidad https://x.com/pmmonreal/status/1884262066959310995