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De la sal de nitro a la caída de Feitó

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Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- Cinco meses antes de que Marta Elena Feitó Cabrera negara con desparpajo ante la Asamblea Nacional que hubiera cubanos hurgando en la basura para alimentarse, el propio órgano oficialista Cubadebate publicó la investigación de un caso trágico en La Habana.

Una joven madre de 24 años y su hija de 5 murieron, y otras tres personas resultaron intoxicadas tras consumir sal de nitro que un familiar, un anciano de 74 años dedicado a la “recolección de materias primas”, eufemismo utilizado como edulcorante para definir a quienes buscan comida en los basureros, encontró en un latón de basura.

El viejito encontró la sal y creyendo que era sal común la llevó a su casa. Este suceso, reconocido oficialmente, dejó constancia pública de que hay cubanos que rebuscan entre desechos para sobrevivir.

Meses después, cuando la exministra Feitó Cabrera afirmó que quienes piden limosna buscan “un modo de vida fácil” y negó la existencia de personas que comen de la basura, quedó en evidencia no solo su desprecio, sino también la desvergonzada estrategia del régimen de ocultar la miseria, cuando ya había sido documentada por sus propios medios; castigar a quien la expone y, al mismo tiempo, criminalizar a las víctimas de esa pobreza extrema.

Nada lava la imagen del régimen

El fusilamiento político de la ministra no basta para lavar la imagen del régimen. Como bien dijo un amigo: “Hagamos una radiografía de lo ocurrido: ahí están los videos, no solo mostrando lo que dijo ella, sino también el silencio cómplice de esos ‘pobres diablos’ que la rodeaban.

«Más revelador aún es ver cómo la presidenta de la mesa no solo aplaudía con entusiasmo aquella sarta de disparates, sino que además sugería convertir aquel mamotreto en material de referencia. Basta con observarle el rostro para entender que detrás de esa expresión vacía no había pensamiento, ni ética, ni el más mínimo sentido de vergüenza.

«Que boten a un ministro es lo de menos; pero que en 24 horas 470 almas del desprestigio puedan cambiar de palo pa’ rumba sin inmutarse es inconcebible. Solo demuestra lo que son: ¡marionetas!”

Así es: un corral de mequetrefes que aplauden hoy lo que ayer condenaban, que elevan a rango de “referencia” los disparates de una ministra y luego, obedientes, celebran su defenestración sin sonrojarse. Un espectáculo digno de un circo donde el domador-presidente decide, según el costo y el beneficio del momento, cuál será el próximo truco.

El pueblo de Cuba debe despertar y comprender que estos episodios son apenas pequeños resbalones involuntarios, filtraciones que, gracias a las redes, se inflan como globos hasta explotar. Pero… ¿cuántas cosas peores quedan tras puertas cerradas, fuera de nuestro alcance?

Estos conceptos y etiquetas no son nuevos; se repiten una y otra vez entre ellos, hasta que terminan asumiéndose como algo normal dentro del círculo reducido de quienes gobiernan nuestro país… hasta que, algún día, los traiciona el subconsciente.

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