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Por Madelyn Sardiñas Padrón
Camagüey.- Sale del plató el último de los cuatro rostros más visibles del (des)ordenamiento. En cascada, a razón de uno por año, han salido del escenario público los cuatro jinetes del apocalipsis. Así los bautizara un amigo a la cuarteta integrada por Marino Murillo, Meisi Bolaños, Alejandro Gil y Marta Elena Feitó. La única que salió en silencio fue Meisi. Fue sustituida durante los cambios del Gabinete en 2023.
Marino, el primero en salir de escena en 2022, fue la única “cabeza de turco» sacrificada públicamente por el fiasco del ordenamiento y su reordenamiento. Esto ocurrió a pesar de haber sido diseñado por un “equipo de expertos y académicos durante más de diez años de estudio”. Además, el diseño del ordenamiento fue aprobado en el Buró Político del PCC. Las normas legales se aprobaron por el Consejo de Estado como decretos leyes. Luego fueron ratificados por el pleno de la Asamblea Nacional.
¡Demasiados implicados y de alto rango! Por eso, y “como fue la realidad la que se alejó del diseño», a Murillo se le “asignaron otras funciones». En estas, los resultados más “relevantes” han sido la desaparición de los cigarros y la pomposa fiesta del habano en pleno corazón del Capitolio.
Gil, por su parte, casi un año después de haber sido premiado con el ascenso a Viceprimer Ministro, explotó como Cafunga con imputaciones incluidas por delitos de corrupción. Sin embargo, no han mencionado ni una palabra de esto en más de 15 meses. ¡Vaya usted a saber las causas reales del ya misterioso silencio y quiénes son sus cómplices!
Y, bueno…, Marta Elena sale del escenario “por voluntad propia» –de acuerdo con el comunicado oficial–. Esto sucedió después de mostrar “desconexión», “insensibilidad” y “soberbia» –a decir del Presidente–, en una actuación que bien pudiera nominarse para los Premios Oscar.
¡Pero esta historia es más larga! Lo que dijo la exministra refleja el pensar. Además, cómo lo dijo refleja el sentir de los mismos que le criticaron desde el aparato oficial. También los que aplaudieron sin chistar en aquella sala del Palacio de las Convenciones.
Ninguna exposición ministerial ante los diputados es una creación individual libre de censura. Todas pasan antes por el filtro del Consejo de Ministros. Este, como órgano colegiado de dirección, debe aprobarla.
El Buró Político del PCC, fuerza dirigente superior de la sociedad, cuenta con todo un aparato ideológico. Este funciona como segundo filtro de censura de esos informes. Por tanto, es muy poco probable que el Presidente, el mismo que luego “le salió al paso», desconociera los términos de ese informe.
En marzo de este año, el Granma Digital, órgano oficial del PCC, publicó un artículo de una magistrada del Tribunal Supremo Popular. Esta atribuye la mendicidad a condiciones externas, actitudes inescrupulosas y conductas delictivas. Nunca se le atribuye como resultado de consecutivos fracasos en el diseño e implementación de un modelo económico. Un modelo que debía ofrecer progreso, en lugar de generar desigualdad y cada vez más pobreza.
Ninguno de los diputados presentes en la sala fue capaz de cuestionar lo que dijo la ministra; al contrario, aplaudieron como focas.
Casi 24 horas después de la intervención de la ministra, cuando ya las redes sociales estaban en candela exigiendo dimisión, el Presidente lanzó su tuit condenatorio. Algo así como una orden de combate en clave morse.
Después de la explosión en las redes y antes del tuit del Presidente, ningún otro diputado dijo ni pío.
Y la prensa, ¡ay, la prensa! Cubadebate “tuvo a bien» reproducir el tuit del Presidente, calificando como “desafortunadas» las palabras de la ministra.
En lo que dijo la exministra hay verdades innegables. Sí hay que piden dinero para luego beber ron. También hay quienes hurgan en la basura para recoger materias primas. Y sí hay quienes ponen a niños en esa posición. Pero negar que hay mendigos en Cuba, y muchos, es mentir.
Entonces, Martica se va ¿o la van? , no por mentir, sino como parte de un control de daños.
No es la primera vez que Marta Elena miente y tampoco es la única que lo ha hecho. ¡Ninguno se ha ido por mentir!
Que el salario mínimo mensual es 2 100 CUP es una verdad relativa. Obliga a los trabajadores a aceptar jornadas semanales de 44 horas para acceder a ese salario. Mientras el Código de Trabajo de 2014 incluyó la posibilidad de establecer jornadas de 40 horas por semana. Este fue un reclamo histórico de las añejas luchas del de la clase obrera mundial. Con el ordenamiento se fijó un salario mensual de 1 910 CUP para ese régimen de trabajo. La señora exministra fue la encargada de enfatizar en el salario mínimo sin hacer estas aclaraciones.
Antes, en 2019, Gil dijo que no sacarían los productos de las tiendas en CUC para venderlos en MLC. Bueno…, no sé si se sacaron. Lo que sí es obvio es que no se repusieron. Luego, con el (des)ordenamiento, desapareció el CUC porque ya las tiendas solo tenían agua, en algunos casos.
El aseguramiento de 19 productos alimenticios para todos los cubanos cada mes, a través de la canasta familiar normada ya era falso cuando el Presidente lo dijo. Ahora, ¿Ahora? ¡Bueno, ya se sabe!
En Cuba manifestarse no es delito, dijo el Presidente del Tribunal Supremo Popular. ¡Pregúntenle a los manifestantes del 11J y otras protestas populares que sufren privación de libertad! ¡Pregúntenle a Alina, a Jenny, a las Damas de Blanco, a Benerrechea, a Mayelín Rodríguez, por solo mencionar algunos!
Y la mentira estrella “nadie quedará desamparado» –a estas alturas ya no importa quien la dijo–, cuya falsedad no tiene límites. El desamparo en Cuba va más allá de lo económico y lo social. El cubano está desamparado frente a los desmanes de una clase dirigente que ha convertido la Ley en su escudo protector.
El problema para sus jefes no fue la insensibilidad, la soberbia y la desconexión de Marta. Mucho menos su mentira. Todo, desde el diseño, y todos en sus discursos muestran desconexión, insensibilidad, soberbia y mucho más odio del que critican en sus oponentes. El problema fue que no contaban con el abrumador rechazo. Incluyendo de muchos de sus fieles, a un discurso ofensivo, denigrante y muy cínico, en el que alguien del elenco oficial dijo lo que todos piensan. Eso sí es imperdonable. No por lo que revela, sino por lo que obliga a reconocer.
Lo que se escenificó en aquella sala fue mucho más que insensibilidad. Fue la confirmación pública de que la dirigencia cubana no solo ha fracasado en su gestión. También se niega a asumir el daño que ha causado.
Cada aplauso sin objeción, cada tuit en diferido, cada silencio parlamentario. Todas las frases recicladas del partido, y cada decreto que gestiona la miseria como si fuera conducta… todo eso forma parte del horror. Es el sistema. El guion. La doctrina.
Ahora mismo, el problema no es ni siquiera quién cayó. El problema es quiénes siguen, sin haber asumido jamás su responsabilidad. Así que sí: TODOS DEBERÍAN RENUNCIAR. Porque mientras no lo hagan, lo que se mantendrá no es un país gobernado, sino una escenografía habitada por impostores.
Hace mucho tiempo, el problema es un partido que actúa en solitario, sin frenos legales ni institucionales, sin control ciudadano ni oposición política real. En este escenario, no habrá responsabilidad sino escarmiento; no habrá rectificación sino sacrificios simbólicos; no habrá voluntad de cambio, sino cálculo para seguir en escena. El llamado “bien mayor” será siempre el mismo: la permanencia en el poder. ¿Y el costo?, el costo seguirá siendo la nación.