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La ministra del desprecio

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Por Mauricio de Miranda Parrondo

Cali.- En lo único en lo que coincido con la ministra de Trabajo y Seguridad Social de Cuba, María Elena Feitó Cabrera, es que hay que llamarle a las cosas por su nombre.

Y precisamente voy a llamar a las cosas por su nombre. Sus palabras, las cuales he colocado en los comentarios, son INDIGNAS, es ella quien MIENTE destilando insensibilidad y desprecio por los más débiles. ¿Esos son los servidores públicos de Cuba? ¿Esos son los miembros de un gobierno «revolucionario»?

¿Qué en Cuba no hay mendigos? ¿Qué se disfrazan de mendigos? Hay que tener la cara muy dura para decir eso. ¿Dónde vive esa ministra? Ah, debe ser que ella «no es de a pie» como solía decir Alejandro Gil. Porque si ella camina por La Habana debería ver a la inmensa cantidad de ancianos buscando en latones de basura y no precisamente para recopilar materia prima ilegalmente. Señora ministra: ES QUE TIENEN HAMBRE, es que sus jubilaciones, si las tienen son una miseria. No es solo insensibilidad lo de esta señora, es NO TENER VERGÜENZA.

¿Sabe una cosa señora ministra? Sus palabras equivalen a las de aquellos que desde su opulencia en la sociedad que supuestamente modificaría el socialismo, decían que «los pobres lo son porque quieren, porque son vagos, porque son borrachos, porque son drogadictos».

La miseria se niega desde la opulencia

A ella le preocupa que «se vean los que piden y los que están en los semáforos». No le interesa en lo más mínimo la causa de la miseria en la que viven tantos cubanos, los mendigos y quienes no lo son. Y esa causa, la principal, es el modelo económico y político fallido que han impuesto quienes han detentado el poder por tantas décadas y ahora mismo, agravadas por la incompetencia de este gobierno que tiene ministros como esta señora.

No, señora, no hay que «combatir» a los mendigos, hay que combatir a la pobreza y este gobierno es incapaz de ello, porque es el que la ha multiplicado con sus políticas fallidas hasta llevar al país entero al barranco. No hay que combatir a los jóvenes drogadictos, hay que combatir a las condiciones que han llevado a que entre muchos de ellos pulule «el químico».

Por decoro no voy a compartir aquí vídeos que me han enviado y en el que se ve a jóvenes en total estado de abandono bajo los efectos de las drogas mientras que otros transeúntes pasan como si con ellos no fuera. Nunca pensé que vería eso en las calles de La Habana ¿Adónde hemos llegado? ¿Adónde vamos a parar?

¿Acaso hubo una respuesta digna entre los diputados que increparan a la ministra por semejantes barbaridades? No lo he visto. ¿Saben por qué? Porque además de que esos diputados no son verdaderos representantes del pueblo sino «levanta manos» unánimes de todo cuanto les ponen para «aprobar», estamos asistiendo a la bancarrota moral del sistema. No nos confundamos. El problema no es la ministra, aunque también. El problema es, fundamentalmente, el sistema que multiplica miseria, profundiza el subdesarrollo, conculca libertades y reprime a quienes tienen el valor de enfrentarles.

Qué vergonzoso es todo esto.

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