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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- El atribuido “carácter social del presupuesto” es una pieza clave del relato oficial. Este relato destaca el alto % que ocupa lo social en el gasto de la actividad presupuestada. Sin embargo, soslaya la erosión de la base de ese “carácter social”. Esto se debe a la reducción del % que representa en el PIB del país.
Probablemente, el discurso gubernamental continúe ignorando una estadística oficial que es concluyente. El presupuesto pierde calidad social cuando se estabiliza la proporción del desembolso social. Esto sucede como % de un gasto presupuestario total encogido en relación con el PIB.
En julio se presentará el informe final del presupuesto 2024. Previsiblemente se anunciará reducción del déficit como % del PIB. Sin embargo, no queda claro si se hablará sobre el efecto del menor gasto en el crecimiento del PIB. Tampoco queda claro si se hablará sobre la reducción del peso relativo del gasto social.
La reducción del déficit sería un evento positivo para aliviar el desequilibrio macroeconómico. Pudiera contribuir a reducir la inflación, aunque se mantendría la presión sobre los precios que resultaría de una restricción de oferta que es estructural.
No queda claro si el gobierno informará acerca de metas específicas de déficits futuros como % del PIB. Sería en plazos determinados, lo que proporcionaría un marco de análisis más efectivo. Esto es necesario porque la práctica usual simplemente enuncia cifras absolutas del déficit.
Existen otras dimensiones de la gestión del déficit que el gobierno menciona de forma incompleta. Porque el problema no solamente es referirse al gasto planificado “no ejecutado”, que ciertamente puede ser nocivo, no es la historia completa.
Idealmente, la reducción del déficit debería lograrse incrementando ingresos presupuestarios y reduciendo gastos no esenciales. Sin embargo, el problema es que en un entorno de bajo crecimiento económico lo que se ha aplicado en Cuba es una política de austeridad fiscal.
Con posibilidades limitadas de captar ingresos debido al bajo crecimiento económico, se acude a mecanismos que han aumentado la carga fiscal. Estos mecanismos incluyen más impuestos, menos exenciones, más multas, etc. Pueden afectar los intereses y desempeño de actores, sobre todo no estatales.
Frente a la inexorable contracción del peso relativo de los ingresos en el PIB, la aplicación actual de una política de austeridad fiscal en Cuba consiste en la reducción del gasto presupuestario como % del PIB.
La contracción del gasto presupuestario ayuda a reducir el déficit, pero también tiende a erosionar el efecto positivo que tradicionalmente ha tenido en Cuba el “gasto de gobierno” en el crecimiento del PIB. Ese gasto es el segundo mayor factor de la demanda global.
Pequeñas variaciones porcentuales en la dinámica de los dos principales agregados del PIB (gasto de hogares y de gobierno) tienen efectos importantes en el PIB. La combinación de la “austeridad” fiscal y de una compresión de salarios y pensiones es claramente recesiva.
Una notable característica de la reciente política de “austeridad” en Cuba ha sido la reducción del %. Esto representa en el PIB cinco de los seis principales gastos del presupuesto. Indica una reducción del “esfuerzo” económico en la utilización de recursos en la gestión pública.
De los 6 principales gastos, la única partida presupuestaria “ganadora” fue “Administración pública y seguridad nacional”. Esta tuvo un crecimiento de 50,9% entre 2008-2023 en su peso relativo en el PIB. Educación fue la gran “perdedora” con una reducción de 46,5%.
La transición hacia la austeridad fiscal en Cuba no ha sido homogénea a nivel de sectores sociales. La dispar dinámica del gasto presupuestario ha beneficiado a burócratas y militares y ha perjudicado a educadores, personal de salud, vulnerables y jubilados.
Mientras que los miembros de la Asamblea Nacional no decidan salirse del guion “lectura de informes- preguntas políticamente correctas- quejas puntuales- aprobación por unanimidad”, el ejercicio anual de “liquidación del presupuesto” seguirá siendo un insípido simulacro parlamentario.