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Por Datos Históricos
La Habana.- Una escena capturó la imaginación del mundo en 1932: pasajeros abordando el Pan Am Sikorsky S-40, una aeronave que parecía sacada del futuro. Era más que un avión. Era una promesa.
Diseñado por el visionario Igor Sikorsky, el S-40 fue uno de los primeros hidroaviones comerciales de Pan American World Airways, capaz de despegar tanto en tierra como en agua. Su gran tamaño, su cabina espaciosa y su tecnología de vanguardia marcaron un antes y un después en la historia de la aviación.
A bordo, los viajeros experimentaban algo inédito: viajar por el Caribe o Sudamérica sin renunciar al lujo y la comodidad. Para los ojos de 1932, era una hazaña casi mágica: cruzar mares a bordo de un gigante alado, flotando sobre el agua y surcando los cielos.
El S-40 no solo transportaba pasajeros; transportaba el sueño de un mundo más conectado. Fue símbolo del progreso, de la ingeniería y del deseo humano de explorar sin fronteras.
Con él, Pan Am no solo inauguró nuevas rutas: inauguró una nueva era.