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Por Arturo Mesa
Atlanta.- El problema es, señor Presidente, que usted tiene un trabajo y ese trabajo le resuelve. Usted desayuna todos los días, se viste elegante, y ve las noticias -porque tiene corriente-. No tiene que salir a buscar el pan ni a ganárselo. Va en auto al trabajo, tiene una oficina cómoda, con café, con meriendas. Luego regresa a su casa, descansa y vuelve a la carga al otro día.
Y a mí eso no me molesta, de hecho, no debería molestarle a nadie, usted se ganó el puesto y los beneficios. Empero… ¿y los resultados?
El problema es que usted tiene todo lo que debería tener un ser humano para seguir adelante, prosperar, ser feliz y dedicarse a una causa. Esto se trata de un trabajo, la vida entera se trata de un buen trabajo.
Ahora bien, hay una enorme diferencia. Esa diferencia está en que a mí me pueden botar de mi trabajo si no lo hago adecuadamente. Si no le aporto a mi empresa, si no impacto en un resultado, entonces yo me tengo que esforzar. Así, cada acción que yo realice contribuye al desarrollo de la empresa y a los números contables de ese desarrollo. No hay de otra.
Si yo quiero seguir en mi empresa, ir elegante, desayunar, merendar, y tener mi oficina, debo hacer esfuerzo. Descansar e irme a las montañas en vacaciones requiere mostrar que lo que realizo tiene un impacto. Usted no. Usted se escuda tras una consigna partidista, no logra un solo resultado y sigue limpio, con chofer y merienda.
Usted no lee las cifras de la emigración o no le importa. Usted no lee un solo comentario en los posts, no camina por los agros de la ciudad. Acepta a los directivos cuando le dicen que en el surco todo está bien y que la zafra arrancó muy bien. Usted no se fija en las condiciones de las viviendas, en los vertederos, ni en el transporte. Usted no hace comparaciones entre el salario y los precios. Si lo hace, explíqueme cuál de las últimas medidas ha revertido uno de solo de los resultados.
Usted se reúne y escucha a su Primer Ministro en pleno Pleno, decir que hay resultados a mediano y corto plazo. No da un puñetazo sobre la mesa demostrando que le interesa. Cuando habla, se centra en el trabajo político ideológico como si ese fuese a llenar el agro de la esquina. Ese trabajo se hace con la más absoluta modestia y sin menciones a partidos. Además, se hace en el agro, en la empresa eléctrica, en la transparencia de sus funcionarios, de su prensa y en la cercanía con la realidad que nos rodea. Para ser serios, se hace dando un puñetazo sobre la mesa cuando uno de sus funcionarios dice semejante horror.
No se trata de partidos, no se trata de bloqueos. Se trata de que cada uno de nosotros, incluyéndolo a usted, viva con el temor de perder ese puesto de trabajo. Sino le aportamos a la empresa que nos emplea, si no logra poco a poco, irle restando impacto al llamado bloqueo. Al otro que es peor, al interno.
Y usted, señor Presidente, en las condiciones que se le ha impuesto al país, por su mismo Partido, jamás va a perder ese trabajo. Haga lo que haga y diga lo que diga. Garantía de ello es el hecho de que su Parlamento es su Partido. Además, su Constitución es su Partido y sus leyes son su Partido y no así el interés supremo del pueblo.
Por decreto partidista, usted cobrará el mismo salario y tendrá las mismas condiciones de vida haga lo que haga, y diga lo que diga. Sea honesto y dígame si, incluyendo la caída de todo un campo amigo, usted ha visto la desilusión tan presente en el rostro de sus coterráneos o tan paupérrima situación económica.
Si a mí me pagasen lo mismo, haga lo que haga, y no me expulsasen, jamás llegará alguien con mejores ideas. Mi empresa jamás podrá pensar en progreso alguno. ¿Podrá nuestra patria?