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El Colapso Silencioso de Cuba: Entre la Desesperación Social y el Poder Usurpado

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Por Juan Manuel Moreno Borrego ()

La Habana.- En los últimos años, Cuba ha sido testigo de un proceso de descomposición tan profundo. A pesar de las ilusiones oficiales y la propaganda estatal, resulta innegable. La nación caribeña, una vez considerada símbolo de resistencia ideológica, está sumida en una crisis que parece no tener fin.

El pueblo cubano, víctima de un régimen que ha abandonado por completo su bienestar, enfrenta una espiral descendente. La violencia, el hambre y la falta de acceso a servicios básicos se han convertido en la norma.

La Destrucción del Patrimonio Productivo

Uno de los aspectos más preocupantes del colapso de Cuba es la destrucción sistemática de su patrimonio productivo. La economía nacional, antaño sólida en sectores clave como la agricultura y la industria azucarera, está siendo desmantelada. No se ofrece un plan coherente de recuperación.

La inflación galopante ha sumido a millones de cubanos en la pobreza extrema. La falta de recursos básicos ha hecho que muchos hogares dependan de la caridad para sobrevivir. El hambre y la escasez de productos esenciales son hoy una constante para gran parte de la población. Además, la importación de bienes de consumo sigue siendo un lujo inaccesible.

El Colapso de la Institucionalidad

La pérdida de institucionalidad en Cuba es otro de los grandes males que acecha al pueblo. La falta de transparencia, la corrupción rampante y la impunidad han socavado un sistema. Alguna vez pretendió ofrecer una estabilidad social y económica.

Lo que antes era un sistema de salud y educación reconocido en el mundo entero hoy enfrenta serios desafíos. Las enfermedades que se creían erradicadas, como el cólera y el dengue, han vuelto a hacer acto de presencia. Esto se debe a la falta de infraestructura, medicinas y personal capacitado.

La Criminalidad como Herramienta de Control Social

En medio de este caos, la criminalidad ha aumentado significativamente, convirtiéndose en un instrumento de control social. La represión y el miedo se han convertido en una herramienta más del régimen para mantener su poder.

La falta de oportunidades, la desesperación y la inseguridad han llevado a muchos ciudadanos a involucrarse en actividades delictivas como forma de sobrevivir. La brutalidad policial y las cárceles sobrepobladas son una triste representación de cómo el régimen prefiere la represión antes que ofrecer soluciones.

Un Gobierno Desconectado de la Realidad

Mientras el pueblo cubano sufre, el liderazgo se muestra cada vez más desconectado de la realidad. El presidente, cuya legitimidad es cuestionada por un número creciente de cubanos, sigue adelante con su agenda de viajes internacionales. Se acompaña de su no primera dama, derrochando recursos del Estado.

Participa en eventos que no tienen ningún impacto tangible en la situación del país. Esta desconexión es una clara muestra de la falta de interés por el bienestar de la población.

La Tragedia Social

El sufrimiento del pueblo cubano se manifiesta en la trágica situación de los más vulnerables: los ancianos y los niños. Mientras los primeros mueren en las calles por inanición o deshidratación, los segundos crecen en un entorno de negligencia total. Hay carencias de atención médica y material escolar.

La falta de electricidad agrava aún más la situación, especialmente en un país donde el calor extremo es una constante. La falta de acceso a recursos básicos para la vida es ahora una cruel realidad para millones de cubanos.

El Régimen en su Última Etapa: Un Poder Usurpado

En este contexto, el régimen cubano ha perdido todo tipo de legitimidad. Lo que alguna vez simuló ser un sistema revolucionario, hoy es una dictadura declarada que se aferra al poder por la fuerza. Las promesas de justicia social y equidad se han desvanecido en un mar de corrupción y abuso.

La sociedad cubana se encuentra atrapada en un ciclo de desesperación, sin visibilidad de un futuro cercano que ofrezca esperanza.

Cuba, que alguna vez se mostró como el faro para los movimientos de izquierda en el mundo, ha sucumbido a la violencia, la negligencia y la corrupción.

El pueblo cubano, uno de los más resilientes y luchadores del mundo, sigue pagando el precio de un liderazgo que ya no tiene soluciones que ofrecer. El colapso es evidente y, a pesar de la propaganda, el pueblo sabe que el único cambio posible radica en una transformación total del sistema. Sin embargo, por ahora, parece una quimera distante.

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