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Por Yoelbis Albelo ()
Matanzas.- Greter Puerto Socorro no llora a su novio. Lo reclama. Porque Félix Lázaro Reinoso Rodríguez no murió: lo mataron. Lo arrestaron sin motivo, lo desaparecieron cinco días y lo devolvieron convertido en un desconocido, aunque la policía sabía perfectamente quién era. ¿O ahora los cadáveres se fugan esposados y se ahogan solos en la bahía?
La historia huele a podrido, como el cuerpo de Félix, destrozado, abierto y sin preparar, enterrado a toda prisa. Sin acta, sin papeles, sin explicación. Solo con una orden: esperen dos años. Tiempo suficiente para que el miedo haga su trabajo y la familia se rinda. Pero Greter no calla. Y su pregunta quema: ¿Qué esconden?
La respuesta es obvia: la verdad. Porque en Cuba, cuando la policía te detiene, ya no eres un ciudadano. Eres un problema. Y los problemas se resuelven en caliente, en frío o en el canal más cercano. Félix salió al portal de su casa y desapareció en la maquinaria del Estado. Ahora es un NN, un ningún nombre, aunque todos sepan el suyo.
¿Qué pasará? Nada. O casi nada. Un comunicado lacónico, un fiscal que investiga, algún funcionario que murmura ‘errores fueron cometidos‘. Y después, silencio. Porque esto no es un caso aislado: es el modus operandi de un sistema que borra personas como quien borra tweets incómodos.
Pero Greter ha roto el pacto de sumisión. Ha dicho basta. Y aunque el régimen entierre la historia, la rabia ya está en la calle. Porque Félix podría ser cualquiera. Podrías ser tú. Podría ser yo.
La familia exige justicia, pero en Cuba la justicia lleva uniforme. Y los uniformados ya han hablado: Esperen dos años. Hasta que el cuerpo se pudra del todo. Hasta que la gente olvide.
Pero no van a olvidar.