
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- El programa “para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” se prevé analizar en la sesión de la Asamblea Nacional de mediados de julio. Este programa abarca paliativos inconexos a los que se acude debido a la incapacidad política de hacer una transformación racional del sistema económico.
El “post-ordenamiento” ha sido incapaz de solucionar seguridad alimentaria, pensiones y salarios dignos, y poder de compra del peso. También ha fallado en acceso estable a electricidad, agua, transporte, y comunicaciones. Además, hay una crisis habitacional, y falta de regeneración de la salud y la educación.
Son prioridades ciudadanas que requieren alivio inmediato. Sin embargo, las medidas de mitigación a corto plazo no resuelven causas de fondo, que requieren transformaciones mayores. Estas transformaciones no son viables en los marcos del documento de la “conceptualización”.
La “conceptualización” es un documento que define objetivos, directivas y límites decididos por el partido comunista. Su versión más actualizada fue a mediados de julio de 2021. En ese momento ya estaba en marcha el “ordenamiento”, cuyo fracaso se reconoció oficialmente pocos meses después.
Desde entonces se ha entrado en algo que en algún momento se llamó el “ordenamiento del ordenamiento”. Esto derivó en un inefectivo programa para “corregir distorsiones y reimpulsar la economía”.
El relato oficial, desgastado por promesas incumplidas, oculta datos, evade la autocrítica, e hiperboliza factores externos. Presenta como “programa” para “corregir e impulsar” algo que en realidad no clasificaría como programa económico en ninguna otra parte.
La versión pública del “programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” no pasa de ser una miscelánea de láminas de PowerPoint. Además, incluye normas aisladas, muy alejado del malogrado “ordenamiento”, que tuvo un denso soporte normativo de 1110 páginas en 9 Gacetas Oficiales.
El fracaso del “ordenamiento” a pocos meses de su aplicación, y la flojedad del “post-ordenamiento”, pudieran indicar un “estancamiento de diseño”. Este estancamiento se consideraría menos arriesgado que el desmantelamiento de la planificación centralizada.
El cercano análisis parlamentario del “programa para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” probablemente transite por el camino de previas evaluaciones incompletas. Se espera mucha propaganda, y sobre todo con “soluciones” desconectadas y contradictorias.