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Medidas de Trump a Cuba siguen por las ramas sin llegar a la raiz: la tiranía en sí

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Por Carlos Carballido ()

Donald Trump ha vuelto a la carga contra el régimen cubano… o al menos eso dice.

Esta semana firmó un flamante memorando presidencial reinstaurando medidas “duras” contra la isla. Los titulares hablan de “mano firme” y “presión máxima”, pero cuando uno va al fondo, descubre que —una vez más— estamos ante un show mediático que rodea el árbol, sacude unas ramas… pero deja intacta la raíz: la dictadura comunista en su estructura militar y totalitaria.

Las “nuevas” medidas: un refrito reciclado

Trump ha reactivado con bombo y platillo:
• La prohibición de turismo estadounidense a Cuba (como si eso moviera el PIB de la isla).
• La reincorporación de Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo.
• El bloqueo de transacciones con empresas controladas por GAESA, el conglomerado militar.
• Restricciones adicionales en visados, remesas y servicios consulares.
• Un grupo especial de monitoreo coordinado por Marco Rubio, como si no estuviera ya todo monitoreado desde Langley y Miami.

¿Novedad? Poca. Casi todo esto ya estaba activo en su primer mandato, solo que ahora lo desempolva con nuevas comillas.

¿Continuidad de su gestión pasada? Sí, pero mal ajustada

Durante su primer mandato (2017–2021), Trump fue el primero en décadas en romper con la política “Obama-style” de deshielo. Lo celebraron exiliados, conservadores, y algunos cubanos de a pie. Pero el golpe no fue a la línea de flotación del régimen, sino a su espuma mediática: cruceros, remesas, permisos, turismo… Es decir, la cáscara, no el núcleo de poder que está en GAESA y el aparato del G2.

¿Quién fue más enérgico? Sorpresa: George W. Bush

En términos de presión real, George W. Bush fue más consistente: redujo el número de viajes familiares, recortó intercambios académicos, y aumentó el financiamiento directo a disidencia y medios independientes. A diferencia de Trump, no prometió la caída del castrismo para después no cumplirla.

Turismo americano: más mito que músculo

Trump prohíbe el turismo… pero ¿cuántos turistas de EE.UU. iban a Cuba realmente?
• En 2024, solo 142.450 estadounidenses visitaron Cuba, un 6–7 % del turismo total.
• La derrama económica fue inferior a 100 millones USD: menos que lo que entra por Canadá, Rusia o incluso por paquetes de arroz subsidiado.

Entonces, prohibir turismo americano es como cerrar un grifo que apenas goteaba y anunciar que se acabó la inundación

Remesas: el canal cambia, el dinero sigue llegando

Trump insiste en “cortar las remesas”. Suena duro. Pero la realidad es que:
• Ya en 2024, GAESA perdió el control del 95 % de las remesas.
• Los cubanos en EE.UU. usan transferencias por Zelle, PayPal, mulas financieras, criptomonedas y agencias en Panamá o España.
• Orbit S.A. y Fincimex están cada vez más fuera del juego.

Resultado: la gente sigue recibiendo el dinero, pero el régimen se queda con menos tajada. Y eso ya pasó antes de que Trump firmara nada.

Negocios que siguen operando legalmente (y no son GAESA)

Gracias a las licencias de la OFAC, varios sectores siguen operando sin alimentar al aparato militar:
• ETECSA: proveedor de telecomunicaciones, con contratos de roaming con AT&T, T‑Mobile y Verizon.
• BioCubaFarma: farmacéutica estatal civil, con potencial de exportación de vacunas y medicinas.
• Aerolíneas charter y operadores turísticos bajo licencia profesional o humanitaria.
• ONGs, cooperativas y cuentapropistas independientes, legalmente financiables bajo licencias humanitarias.

Es decir, sí hay negocios legales con Cuba que no engordan a GAESA… y de hecho, representan ingresos que, en parte, oxigenan sectores civiles, no militares.

¿Qué se necesita para presionar al cambio real?

• Cortar el acceso financiero de GAESA en bancos extranjeros.
• Imponer sanciones secundarias a inversionistas europeos que operen hoteles del ejército.
• Presionar multilateralmente para suspender ayuda internacional al régimen.
• Interrumpir el suministro de combustible estratégico.

Pero nadie lo hace. ¿Por qué?
Porque ni la ONU, ni la UE, ni Wall Street quieren un colapso incontrolado en el Caribe. Porque el “cambio suave” siempre suena mejor que el conflicto. Porque, como todo dictador que sabe negociar, La Habana aprendió a vender estabilidad como si fuera virtud.

¿Medidas reales o caramelos para el lobby cubano?

Trump presenta estas medidas a solo meses de las elecciones. Lo hace en Florida. Lo hace con Marco Rubio al lado. Y lo hace después de casi tres años sin tomar decisiones nuevas sobre Cuba.

¿Casualidad? No.
Es un gesto para contentar al exilio cubano sin comprometerse demasiado.

El guión es el mismo: “vengo a salvar a Cuba”, pero no toco a los bancos que lavan dinero, no sanciono a los europeos que operan en hoteles del MINFAR, y no promuevo el colapso del aparato real.

Conclusión

Trump sigue jugando a ser el león anticastrista…
pero sigue rugiendo a las ramas, mientras la raíz —la tiranía militarizada de GAESA— sigue bien regada.

¿Cambio? No.
¿Narrativa electoral? Total.
¿Oxígeno al régimen? Aún demasiado.

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