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Por Edi Lidedinsky ()
La historia de Catherine Susan «Kitty» Genovese es una de las más conocidas y debatidas en la psicología social. Esto es debido no solo por la tragedia de su muerte, sino por las controvertidas circunstancias que rodearon el evento. Estas circunstancias dieron origen al concepto del «efecto espectador» o «apatía del espectador».
Kitty Genovese nació el 7 de julio de 1935, en Brooklyn, Nueva York. Era la mayor de cinco hijos de padres italoamericanos. En su juventud, fue descrita como una persona segura de sí misma y con una «disposición alegre».
Después de graduarse de la escuela secundaria en 1953, se quedó en Nueva York mientras su familia se mudaba a Connecticut. Kitty trabajó en varios empleos administrativos antes de encontrar su verdadera vocación como camarera y luego gerente del bar «Ev’s Eleventh Hour» en Hollis, Queens. Sus allegados la recordaban como una mujer independiente y con ganas de abrir su propio restaurante italiano.
La noche que cambió la percepción pública sobre la intervención de los testigos fue el 13 de marzo de 1964. Kitty, de 28 años, regresaba a su apartamento en el barrio de Kew Gardens, Queens, alrededor de las 2:30 a.m. Volvía después de su turno en el bar. Al salir de su coche, fue abordada por un hombre, Winston Moseley, quien la atacó y la apuñaló con un cuchillo de caza.
Lo que siguió fue lo que capturó la atención de los medios de comunicación y el interés psicológico. Es la supuesta inacción de múltiples testigos. Según un artículo sensacionalista publicado dos semanas después por The New York Times, 38 vecinos vieron o escucharon el ataque de Kitty. No intervinieron ni llamaron a la policía.
Se reportó que el atacante huyó dos veces después de que gritos desde ventanas lo asustaran. Sin embargo, en ambas ocasiones regresó para seguir agrediendo a Kitty, violarla y, finalmente, apuñalarla hasta la muerte. Se dijo que solo después de que ella murió, alguien llamó a la policía. Kitty falleció en la ambulancia camino al hospital.
Esta narrativa del «incidente de los 38 testigos» fue lo que impulsó la investigación del «efecto espectador» por los psicólogos sociales Bibb Latané y John Darley. La teoría sugiere que la presencia de otras personas disminuye la probabilidad de que un individuo ofrezca ayuda a una víctima. Esto se debe a la «difusión de la responsabilidad» y la «ignorancia pluralista» (si nadie más reacciona, la situación no debe ser tan grave).
Sin embargo, con el tiempo, la veracidad de la historia original del New York Times ha sido objeto de revisión y crítica. Investigaciones posteriores y testimonios del juicio revelaron que el número de testigos que realmente vieron o escucharon la totalidad del ataque, sin actuar, fue significativamente menor de lo que se informó inicialmente.
Algunos vecinos sí llamaron a la policía, aunque quizás no de inmediato. Al menos una persona, Sophia Farrar (una vecina), encontró a Kitty gravemente herida. Ella la asistió hasta que llegaron los paramédicos. El ataque no fue una agresión continua, sino que se dividió en al menos dos episodios con un lapso de tiempo entre ellos. Esto pudo haber contribuido a la confusión y a la falta de una acción coordinada por parte de los vecinos.
A pesar de las imprecisiones en el relato inicial, el caso de Kitty Genovese sigue siendo un punto de referencia fundamental en la psicología social. Ha contribuido a una mayor comprensión de cómo las dinámicas de grupo pueden influir en la respuesta individual ante una emergencia. Winston Moseley fue arrestado cinco días después del asesinato y confesó el crimen, así como otros asesinatos. Fue condenado por el asesinato de Kitty Genovese.
La trágica muerte de Kitty Genovese, y la posterior investigación de los hechos, dejaron una huella imborrable. No solo en la psicología, sino también en la conciencia pública sobre la responsabilidad cívica y la intervención en situaciones de crisis.