Enter your email address below and subscribe to our newsletter

LA VIDA DE AVENTURAS DE ALEXANDRA DAVID-NÉEL

Comparte esta noticia

Por Edi Libedinsky ()

Desde temprana edad, el espíritu aventurero de Alexandra David-Néel la llevó a viajar y desafiar valientemente las normas de su época. De niña, a menudo se la encontraba en museos, sumergiéndose en las artes y religiones orientales, lo que eventualmente la guió hacia el budismo, una fe que siguió durante una parte significativa de su vida.

En su juventud, David-Néel estudió sánscrito y filosofía oriental en la Sorbona. A los 23 años, una pequeña herencia le permitió emprender su primer viaje a la India. Allí residió durante un tiempo en un centro de estudios teosóficos cerca de Madrás, donde profundizó su conocimiento del sánscrito y se familiarizó con la antigua disciplina del yoga.

Después de agotar sus fondos, David-Néel regresó a Bélgica, donde residía su familia, y eligió estudiar música en el Conservatorio Real de Bruselas para mantenerse. Como cantante de ópera profesional, su participación con la Compañía de Ópera de Hanói la reconectó con Oriente, un mundo que ella apreciaba profundamente. Otra gira de canto la llevó a Túnez, donde se desempeñó como directora musical de un casino y conoció al adinerado Philip Néel. Se casaron cuando ella tenía 36 años, y permanecieron juntos durante siete años.

La India, el budismo… una cueva, el Tíbet

A pesar de su respaldo financiero hasta su fallecimiento, David-Néel se separó de su esposo en 1911. Luego regresó a la India, donde permaneció durante 14 años. Durante este período, se convirtió en discípula de un monje budista y pasó dos años viviendo en una cueva. Su dominio del sánscrito continuó abriéndole oportunidades, pero también tuvo que aprender tibetano y algunas técnicas esotéricas como el tumo, un método de meditación para generar calor corporal en condiciones extremas.

Durante su tiempo en la India, David-Néel adoptó a Aphur Yongden, un sirviente de 14 años, quien la acompañaría en numerosos viajes por Asia. En una de sus muchas visitas a Japón, conoció a un monje que había logrado infiltrarse en Lhasa, haciéndose pasar por un médico chino. Este encuentro inspiró a David-Néel a planificar su propia expedición a la capital tibetana.

En 1924, a la edad de 56 años, David-Néel se disfrazó con carbón en la cara y el cabello trenzado (haciéndose pasar por la sirvienta de Aphur) y finalmente entró en Lhasa. Esto la marcó como la primera mujer occidental en acceder a un lugar que estaba estrictamente prohibido para los extranjeros. Permaneció allí durante dos meses hasta que el gobierno británico descubrió su presencia y la expulsó.

Sus historias, sus libros

En su libro «Magia y misterio en el Tíbet,» publicado en 1929, David-Néel describió el asombroso y mágico mundo que descubrió en Lhasa. Era un reino lleno de elementos mágicos sorprendentes, fenómenos como la telepatía y numerosas otras prácticas extraordinarias. Detalló el ascetismo de los monjes que corrían sin parar por las montañas durante días y documentó su experiencia con rituales chamánicos prebudistas, incluyendo un hechizo que supuestamente podía resucitar a los muertos.

Tras su aventura tibetana, David-Néel regresó a Francia y se estableció en Provenza (donde más tarde sería visitada por el propio Dalai Lama). Escribió alrededor de 30 libros sobre el Lejano Oriente y sus aprendizajes de allí. Su obra influyó significativamente en escritores de la Generación Beat, incluidos Allen Ginsberg y Jack Kerouac, así como en el cautivador filósofo espiritual Alan Watts.

Una vida apasionante

En el mundo actual, una mujer practicando yoga y visitando la India podría parecer algo ordinario, pero el estilo de vida de David-Néel fue innovador. Sus narrativas de viaje (similares a las de la periodista Nelly Bly) no solo inspiran con su intensidad y profundidad, sino que también nos recuerdan que todos los viajes genuinos inevitablemente conducen hacia el interior.

Pasó sus últimos años en Francia con Yongden, quien falleció en 1955. David-Néel vivió hasta los 100 años. En 1973, sus cenizas y las de Yongden fueron esparcidas en el río Ganges cerca de Benarés. Su residencia en Digne es ahora el Museo Alexandra David-Néel. David-Néel recibió numerosos reconocimientos, incluida la Medalla de Oro de la Sociedad Geográfica de Francia, y fue nombrada Caballero de la Legión de Honor de Francia.

Deja un comentario