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PINAR DEL RÍO ARDE Y EL RÉGIMEN NI SE INMUTA

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Por Redacción Nacional

Pinar del Río.- La provincia de Pinar del Río enfrenta uno de los escenarios más devastadores del año: nueve incendios forestales activos, más de 300 hectáreas de bosques de pino reducidos a cenizas solo en La Vigía, y una respuesta gubernamental que sigue atascada en las formalidades.

Mientras las llamas avanzan, las autoridades apenas publican tuits con palabras huecas, como si eso bastara para contener el fuego.

Según la propia Jefatura Nacional del Cuerpo de Guardabosques, desde que comenzó el año, Cuba ha registrado más de 200 incendios forestales. Doce de ellos siguen activos, y la mayoría en Pinar del Río, una de las zonas más castigadas por la naturaleza y, peor aún, por la ineficiencia del régimen.

Porque no es solo el clima, ni la sequía prolongada de 90 días, ni los vientos de 45 kilómetros por hora. Es también la desidia, la falta de recursos y la ausencia total de previsión.

Las brigadas están haciendo lo que pueden, sí. Pero ¿con qué equipos? ¿Con qué condiciones? ¿Con qué respaldo? Las imágenes del terreno muestran una lucha desigual, casi heroica, de unos pocos hombres frente a un infierno que sigue creciendo. Y lo que duele más: nadie desde la cúpula se ha dignado a aparecer en el lugar. Ni Díaz-Canel, ni Marrero, ni nadie. La tierra se quema, pero ellos siguen en sus discursos vacíos, en sus giras internacionales, en su mundo paralelo.

La prensa oficialista, como siempre, intenta maquillar la catástrofe con frases como “fuerzas combinadas trabajan sin descanso”. Pero no hay descanso cuando no hay estrategia. No hay resultado cuando no hay inversión. Y no hay solución mientras se siga tratando el desastre ambiental como un simple parte meteorológico.

Pinar del Río no solo necesita agua para apagar el fuego. Necesita un gobierno que no se queme en su propia inoperancia. Porque cuando se pierde un bosque, se pierde también la vida que lo habita, el sustento de muchas familias y la poca esperanza que le queda a un pueblo ya cansado de resistirlo todo.

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