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EL DIVINO SOCIALISMO Y LA ESCLAVITUD INFANTIL

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Por Jorge Menéndez

Cabrils.- La prensa internacional soltó una de esas noticias que le revientan a uno el hígado: cerraron un burdel en Cancún y entre las víctimas había nueve cubanas, reducidas a la prostitución en condiciones de esclavitud. Ahí, en medio de la miseria más turbia, uno se acuerda del Socialismo aquel de nuestra niñez: el que, aunque sostenido con esteroides soviéticos, aún conservaba algo de dignidad. Hoy solo queda el cascarón podrido de ese experimento.

Ahora la Revolución vende palabras: dignidad, derechos, igualdad. Un collage de promesas huecas en la voz temblorosa de un régimen que demuele todo lo que un día erigió con orgullo. Se acabaron la educación, la medicina, la comida. En su lugar, un socialismo con ropaje de supermercado: no hay bodegas, hay tiendas en divisas; no hay pesos, hay dólares; no hay libreta, hay Mastercard. Una pantomima neoliberal disfrazada de ideología.

Mientras el pueblo se pelea con los perros por un pedazo de pan en los basureros, el gobierno se entretiene montando un mercado cambiario que no entiende ni Dios. Las cifras no engañan: el 80% de los cubanos vive en pobreza extrema. Y en esa danza macabra, Díaz-Canel se va de gira, se toma la foto, hace su video con filtro de TikTok y cree que con eso basta.

Hace unos días leía en un periódico oficialista una joyita: el gobierno reconoce que no tiene recursos para atender a los homeless y mendigos que se multiplican como hongos tras la lluvia. Ese mismo día, dos barcos descargaban en La Habana. Uno traía buses de turismo, el otro autos de alquiler. Las vidas humanas, para Canel y su banda, valen menos que el confort de un extranjero.

El diario “26 de Julio” se atrevió a nombrar el fenómeno: esclavitud infantil. Tres historias escalofriantes: un niño que hace carbón para vender, otro que limpia terrenos a cambio de centavos, y un tercero que revende productos traídos por una vecina desde Miami. Todos menores de edad. Ninguno va a la escuela. Todos, en teoría, “protegidos” por sus padres. Pero ya ni la miseria puede esconderse detrás del discurso socialista.

Esa es la cara real del “modelo cubano”: una élite que se llena los bolsillos mientras el pueblo se descama en la lucha diaria. Un gobierno que asegura que “nadie quedará desamparado” mientras normaliza el hambre, la explotación y la muerte.

El 1ro de mayo se viene. Veremos desfilar a los padres de esos niños con pancartas que celebran una revolución que ya ni ellos creen. Mientras tanto, sus hijos estarán cortando hierba, quemando carbón o, peor aún, drogados con el químico barato del barrio.

Esta es nuestra realidad. No la del gobierno. La nuestra. La que apesta a derrota.

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