JOVELLANOS, PASTO DE LA DESIDIA Y EL ABANDONO

CUBAJOVELLANOS, PASTO DE LA DESIDIA Y EL ABANDONO

Por Alina Bárbara López Hernández ()

Matanzas.- Ayer estuve en mi pueblo. Hacía mucho que no iba debido a la medida de reclusión domiciliaria que me fue impuesta desde junio de 2024, pero ante la dilatación injustificada e irespetuosa del proceso legal que se sigue contra mí, he decidido que no voy a respetar más la prohibición de salir de la ciudad.

Jovellanos, igual que los pueblos de toda Cuba, está destruido por la desidia, el abandono y la precariedad de la vida cotidiana. Sin embargo, una de las cosas que más me entristecieron, fue observar el estado de la escuela primaria José Cadenas, donde estudié desde prescolar hasta cuarto grado.

Así la rememoré en un antiguo artículo:

«Cada 28 de enero, en la pequeña escuelita «José Cadenas» del Jovellanos de mi niñez, el ambiente era festivo. Maestras —todas mujeres—, estudiantes y padres, nos organizábamos para celebrar la Noche martiana. El patio central de la casona-escuela se llenaba de pupitres donde los presentes, sentados cómodamente, disfrutaban de la actividad. Las sencillas cadenetas y una foto enorme del Apóstol eran los únicos adornos.

Nos preparábamos para la velada desde que iniciaba el año. Las maestras escribían los breves guiones y los niños discutíamos apasionadamente a quién le correspondía cada personaje.

El recorrido por momentos cruciales de la vida de Martí se lograba con creatividad a partir de fragmentos de su obra poética y en prosa. Ante el público desfilaban La bailarina española, Pilar, Piedad y su Muñeca, Bebé y su primo Raúl, Másicas y Lopi, Meñique y la Princesa… y muchos otros personajes de La Edad de Oro. Se cantaba la canción «Clave a Martí», y se escenificaba su muerte, de cara al sol, con los versos como epitafio. Era un final que emocionaba por igual a niños y adultos.

Aquellos eran los años del Quinquenio Gris, eso lo sabría después, pero las Noches martianas no tenían nada que ver con actitudes dogmáticas. Eran una tradición que se remontaba a las escuelitas públicas republicanas, donde abnegadas maestras normalistas convertían su adoración por Martí en un acto vivo y colectivo. Eran las maestras que todavía estaban activas en los sesenta y setenta».

Además de las Noches martianas, es inolvidable otra tradición que venía de la escuela pública republicana: la banda del colegio.

Me parece estar viendo sus vistosos uniformes, sus batuteras y bastoneras, los músicos con los tambores y las coreografías que recorrían las calles del municipio entre aplausos. Yo fui la abanderada en el año 1973, y todavía siento orgullo al recordarlo.

Hace tiempo el inmueble dejó de ser una escuela primaria, pero continuó administrado por la Dirección Municipal de Educación.

Actualmente, y ante el peligro de derrumbe por la falta sistemática de reparaciones, ha sido clausurado. Los grandes portones que conducían a las aulas fueron tapiados. Me explican que para que nadie ocupe la edificación.

Es decir, no la reparan ni la entregan a alguien que pueda encargarse de ello. Y estamos hablando de un lugar céntrico, sito en la calle Real de Jovellanos, y de un lugar privilegiado en la memoria de generaciones de jovellanenses que guardamos bellos recuerdos.

La antigua escuela, tapiada y abandonada, es otro ejemplo vivo de la destrucción y el abandono que nos rodean por todas partes.

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights