TRUMP TOCÓ A GUANTÁNAMO CON LIMÓN

CUBATRUMP TOCÓ A GUANTÁNAMO CON LIMÓN

Carlos Cabrera Pérez



Majadahonda.- El compañero Donald Trump acaba de tocar con limón a Guantánamo, asignándole una macro cárcel para 30 mil reclusos en la Base Naval.

El presidente Díaz-Canel, que sigue sin recuperarse de su despetroncamiento con Colombia, no ha tardado en calificar de «brutalidad» la intención estadounidense, asi que deberá convocar al extinto coronel Alejandro Castro Espín para que le cuente los detalles de su ofrecimiento al compañero Obama para cuidar a los terroristas internados en Guantánamo, alardeando de la basta experiencia verde oliva en cárceles y prisiones.

Como el tardocastrismo ha hecho bandera de la autonomía municipal, el gobierno y el único partido en Guantánamo deben dirigirse de inmediato a la Embajada de Estados en La Habana para que transmitan al presidente el mensaje de Paloquesea, Trump, paloquesea y poniendo énfasis en que la mano de obra revolucionaria es más barata que la yuma y así podrían ahorrarse fondos federales y, en paralelo, mejorar la vida de los guantanameros revolucionarios; en estos tratos con el enemigo, no cabe otra opción.

Lógicamente, habrá que crear espacios de simulación para que los inconformes protesten -con sus machetes en alto -y acusen a los dirigentes locales de vendidos, simulacros que se le dan bien a la Contrainteligencia, que deberá ocuparse de que las guámparas sean de palo, no vaya a ser que corra sangre en el tropelaje.

Además de los puestos de trabajo que generará la macro cárcel, luego hay que dotarla de personal para cuidar a los internos y generar una economía local; eso que los melones (verdes por fuera, rojos por dentro) llaman kilómetro cero, que es la idea autártica del comunismo post Muro de Berlín: consumir lo que se produzca en el territorio.

Obviamente, el gobierno de Guantánamo debería coordinar acciones con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social para establecer las bases de cotización de los revolucionarios confiables a explotar por el imperio; incluidos sendos aportes anuales para obras sociales en la provincia más oriental y para la leche en polvo de la Oficola.

La operación es muy ventajosa para Guantánamo porque también se inscribiría en la dolarización de la economía, que es la penúltima ocurrencia mercantil de la casta verde oliva y enguayaberada y que, este miércoles, colmó La mesa redonda de boberías solemnes con tres burócratas al bate; anunciando que abrirán tiendas en moneda dura a lo largo de la isla.

La imagen de guaguas modernas yendo y viniendo desde el borde cubano de Caimanera y otros pueblos hacia la base yanqui, sería una estampa adecuada para la autonomía municipal, aprovechando las sinergias de un enemigo rico con quien se mantienen relaciones diplomáticas estatales.

Si la fuerza de trabajo que demande la macro cárcel no pueda cubrirse con patriotas oriundos del Guaso, podría coordinarse la importación de mano de obra revolucionaria de Holguín y Santiago de Cuba porque -si se cierra el negocio- los guantanameros no le fallarán al imperio.

Una vez que el bussines eche a rodar, debe avisarse a los emprendedores para que produzcan cucuruchos, coquitos y variantes del rico cacao local, porque 30 mil bocas enrejadas tiran del consumo; lástima que la voluntad hidráulica y otros inventos del pan con na hayan arruinado ese vergel que fue el Valle de Caujerí y que la salinización de los suelos guantanameros sea un obstáculo para la producción masiva de alimentos; pese a los denodados esfuerzos de la Anap y cooperativas.

Por si no bastara el impacto socioeconómico; a ver si los yanquis van a creerse que se coopera solo por dinero, la operación también implica la ventaja política de que el acuerdo está libre de aquella mancha de la prostitución y otros males que generaba la base en la pseudorrepública, donde Caimanera era un antro de la soldadesca extranjera; siempre según las crónicas del DOR, hasta que llegó el especial período en tiempos de paz y los guantanameros abrazaron a la treintena de empleados cubanos de la base, como si fueran los doce apóstoles; tras años de recelo y desprecio por trabajar para el enemigo.

Para evitar roces diplomáticos y no herir la sensibilidad estadounidense, el partido y gobierno guantanameros deberán evitar sazonar la ofensiva revolucionaria con viejas consignas e himnos; apelando al rico changüí, como ese que dice: Señores, ha llegado la hora de poner las cosas en su lugar… o aquel otro que advierte: No quiero brete, ni chisme conmigo…

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