EL CONCIERTO DE BEBESHITO Y OTROS DEMONIOS

Por Ramón García ()

La Habana.- Apenas se trata de un detalle, pero lo que vi me dejó pensando y este fue el resultado. Vimos a Bebeshito dar el concierto en Miami con la cabeza cubierta por una kufiya. Aunque es sólo un símbolo el hecho tiene implicaciones. Luego hay una cuestión de fondo que motiva mí reflexión y se refiere a los contenidos del hecho artístico. Hablo de una línea difusa que separa lo erótico de lo porno en el arte de Osniel.

Comienzo por el final: Bebeshito es sensual, no es grotesco.

Sabemos que el reguetón es un acto de desplante en aquellos que viven en el fondo del caldero. Esto se explica a partir de una economía boyante que se desploma y de una sociedad igualitaria que se deshizo, dando paso a la eclosión de un sujeto popular que era portador de una nueva sensibilidad de época. El reguetón es el grito del náufrago en medio de la tormenta.

Finalmente el grito despertó a la multitud y fue entonces que ella creó otra sociedad.

Esto me hace recordar un poema de Roque Dalton, «Las feas palabras», donde el poeta nos pide liberarlas de la infamia y dotarlas de otra dignidad, «para que participen también de nuestra fiesta». Pero ese no ha sido el contenido ni son los horizontes de la política cultural del Estado cubano. Porque ni el realismo sucio ni la Agenda del rap fueron la solución, sino que fueron los de abajo los que lo lograron en las décadas de entre siglos.

Finalmente han sido los cuerpos los que tendieron los puentes y unieron las orillas de la cubanidad.

Después de todo, ¿qué decir del reguetón que no haya sido dicho antes del guaguancó? ¿Será que el arte del Guayabero es porno? Hace una semana que la palabra «coño» fue aceptada por la RAE. Entérese, que lo mejor de la revolución se debe a la sabrosura de los 60’s y la gozadera de los 90’s del siglo pasado. El resto es sacudir la bandera multicolor o celebrar el lenguaje inclusivo; que no está mal hacer tal cosa, aclaro.