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Por Gustavo Borges ()
México DF.- Vestido de rojo en el día de la Santa Bárbara, el picaflor se sumergió en las aguas de la laguna de Guatavita y allí, con 18 años de retraso, firmó su rendición ante el rey de los Judíos.
El Mesías había respondido sí, cuando el hombre le propuso que se encargara del alma de la cachaca, mientras él bregaba con el cuerpo. Fue la mujer quien se negó con el pretexto de que tener dos amantes implica no dar prioridad a ninguno.
Recién casado con la feligresa de cabello de brocolitos, Jesucristo le ofreció a su rival regalarle, como premio de consolación, un traje hecho con el oro sacado del fondo del lago. El lo rechazó porque el color dorado le recordaba el de la caca, una idea original del mejor fabulador de aquellos lares.
Empeñado en compensarlo, el monarca le propuso que pidiera un milagro: «Para mi, nada, pero te ruego que le pongas mar a la capital, con una bahía de bolsa donde está el barrio de Chapinero y completes la obra con un sol como el de las playas del Caribe».
Fui testigo del ataque de celos de Cartagena, al enterarse que Bogotá presumía un océano con tres tonos diferentes de azules y un sol, que en el amanecer devolvía a la urbe el aire culto y señorial de los tiempos en los que Gaitán echaba flores por la boca. En cuanto a Santa Marta, por venganza renunció a ser espiritual y vendió su voto a los comunistas. Barranquilla reaccionó pacífica; hizo un ayuno de 40 días, esperanzada en aprender sobre el perdón.
La bogotana le juró que si no estuviera desposada, hubiera aceptado ser su mujer, El mensaje le sonó a el picaflor como «seré tu novia en la próxima reencarnación», sin embargo, no le reclamó nada. Bogotá con mar y sol fue un buen contrapeso para su condición de amante perdedor. La estrenó hundido en el mar, que por estar recién creado, no tenía en su fondo latas de cerveza, ni pedazos de plásticos ni restos de buques hundidos en la época del corsario Francis Drake.
La única forma de vida la registraron los biólogos, unas medusas en la superficie, como las conocidas aguamalas en algunas playas del Caribe y más allá.