Tomado de MUY Interesante
Los samuráis, los guerreros del Japón feudal, han trascendido su lugar como figuras históricas para convertirse en parte de la cultura popular. En películas, libros y videojuegos, se nos presenta una imagen heroica y casi mítica de estos guerreros, regidos por un código de honor inquebrantable: el bushido. Sin embargo, ¿qué hay de cierto en […]
Madrid.- Los samuráis, los guerreros del Japón feudal, han trascendido su lugar como figuras históricas para convertirse en parte de la cultura popular. En películas, libros y videojuegos, se nos presenta una imagen heroica y casi mítica de estos guerreros, regidos por un código de honor inquebrantable: el bushido. Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Cómo era realmente el código de honor que guiaba la vida de los samuráis?
Los guerreros del shogunato
Para comprender el bushido, es esencial situarnos en el contexto histórico que vio nacer a los samuráis. El sistema feudal japonés se desarrolló durante el período Heian (794-1185), pero alcanzó su plenitud en los períodos Kamakura (1185-1333) y Muromachi (1336-1573). Japón estaba dividido en múltiples feudos, gobernados por daimyos o señores feudales, quienes recurrían a los samuráis para proteger sus tierras y extender su influencia.
La sociedad japonesa de este tiempo estaba estrictamente jerarquizada. En la cima estaban los nobles y la familia imperial, seguidos por los guerreros samuráis, que tenían el deber de luchar y proteger la estructura social del país. Los samuráis eran más que simples soldados: servían como administradores, jueces y gobernadores en muchas regiones. Esta posición privilegiada exigía un comportamiento que fuera más allá del campo de batalla y así nació la idea de un código ético que los distinguiera del resto de la población.
El código del bushido: el «camino del guerrero»
El término bushido, que significa «el camino del guerrero», fue el código de conducta que guio la vida de los samuráis. Aunque no se trataba de un código unificado ni escrito durante gran parte de la historia samurái, sí resumía una serie de principios que debían seguir todos los guerreros. Este código, influido tanto por el budismo zen como por el confucianismo, ponía énfasis en la justicia, el respeto, la valentía, el honor, la benevolencia, la honestidad y la lealtad, valores que posteriormente se conocerían como las 7 virtudes del bushido.
Si bien el cine y la literatura han retratado al samurái como un héroe infalible, la realidad era bastante más compleja. Aunque el bushido exaltaba virtudes incuestionables, no todos los samuráis seguían este camino de manera estricta. De hecho, muchas de las historias más famosas de traición, deshonra y luchas internas surgieron precisamente entre estos guerreros.
Uno de los principios fundamentales del bushido era la lealtad absoluta a su señor, conocida como giri. Sin embargo, en la práctica, esta lealtad no siempre se cumplía. Los samuráis a menudo se enfrentaban a dilemas morales entre el deber hacia su señor y sus propias ambiciones personales. No es extraño encontrar casos documentados de samuráis que cambiaron de bando por conveniencia política o económica, traicionando a sus antiguos señores para mejorar su situación.
Otro de los conceptos que ha sido muy mitificado es el del seppuku, el suicidio ritual que el samurái debía realizar en caso de perder su honor. Si bien es cierto que el seppuku formaba parte del código de los samuráis, su práctica no era tan común como se suele pensar. El suicidio ritual se reservaba para situaciones excepcionales y muchos samuráis preferían encontrar alternativas antes de llegar a ese extremo.
El bushido en la vida cotidiana
Más allá del campo de batalla, el bushido tenía un impacto considerable en la vida cotidiana de los samuráis. Parte del código promovía el desarrollo personal en áreas como la poesía, la caligrafía, y la filosofía zen. El samurái ideal era un hombre de armas y letras, capaz de mostrar tanto ferocidad en el campo de batalla como sensibilidad en su vida diaria.
Uno de los aspectos que más llama la atención del bushido es la importancia del autocontrol. Un verdadero guerrero no debía dejarse llevar por las emociones, especialmente la ira o el miedo. Esta noción está fuertemente influenciada por el budismo zen, que predicaba la necesidad de alcanzar un estado de calma y claridad mental para enfrentar los retos de la vida. De hecho, muchos samuráis practicaban la meditación como parte de su entrenamiento.
Otro concepto central era el honor, pero este tenía muchas facetas. Si bien el honor en el combate era esencial, también lo era la forma en que el samurái interactuaba con los demás, especialmente con aquellos de clases inferiores. Se esperaba que un samurái tratara a los campesinos y siervos con dignidad y justicia. Aunque esto no siempre se cumplía en la práctica, formaba parte de la ideología idealizada del guerrero.
El legado del bushido en las artes marciales
Uno de los aspectos más duraderos del bushido es su influencia en las artes marciales. Disciplinas como el kendo, el judo y el aikido tienen sus raíces en los principios del código samurái. En el kendo, por ejemplo, la etiqueta y el respeto hacia el adversario son tan importantes como la habilidad con la espada. La reverencia antes y después de un combate refleja el respeto mutuo y la búsqueda del perfeccionamiento personal, dos aspectos clave del bushido.
En el caso del judo, el principio de ju (suavidad o flexibilidad) simboliza la importancia del autocontrol y la no-violencia, principios presentes en el código samurái. El objetivo no es solo derrotar al oponente, sino hacerlo de manera justa y honesta, tal como dictaba el bushido.
El samurái más allá del mito
Aunque el samurái se asocia típicamente con hombres, las mujeres también desempeñaron un papel importante en esta clase guerrera. Las onna-bugeisha eran mujeres que se entrenaban en artes marciales para proteger sus hogares en tiempos de guerra. Estas guerreras, aunque menos comunes que sus contrapartes masculinas, eran altamente respetadas en la sociedad. Tomoe Gozen, una famosa onna-bugeisha del siglo XII, es recordada por su valentía y habilidad en el combate.
Otro aspecto interesante es la evolución del armamento samurái. Aunque la katana es el arma más famosa, no era la única. El arco (yumi), la lanza (yari) y la naginata (una especie de alabarda) también formaban parte de su arsenal. Este amplio abanico de armas reflejaba su versatilidad en el campo de batalla, pero también su disposición para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
Finalmente, el fin del samurái llegó con la Restauración Meiji en 1868. Japón entraba en una era de modernización y la clase samurái, con sus códigos tradicionales, fue disuelta. En 1876, se prohibió el uso de espadas, lo que simbolizó el ocaso definitivo de estos guerreros que habían dominado la sociedad japonesa durante siglos. Sin embargo, su legado, especialmente el bushido, permanece vivo, no solo en las artes marciales, sino en la cultura japonesa y su ética.