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TENEMOS TANTO QUE APRENDER

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Por Olissvael Basso ()

Jatibonico.- El 2 de septiembre de 1945, habiendo acordado en principio la rendición incondicional el 14 de agosto de 1945, Japón se rinde formalmente y finaliza la Segunda Guerra Mundial.

Y entonces te encuentras con esta imagen, mientras organizas una fiesta de cumpleaños, y te das cuenta, que aunque la Segunda Guerra Mundial se haya acabado, aún seguimos sin entender nada. Siguen queriendo establecer una nueva raza, una nueva forma de pensar, te sientes un ju-dí-o en medio de un mundo inconcluso, no hemos sabido defender lo que tenemos y somos tan ilusos de ir pensando en descubrir otros mundos.

Sientes que las diferencias se agudizan y tu casa se vuelve tu propio campo de concentración, todo el «mundo» te mete miedo: -te van a desaparecer, te van a llevar lejos, te van a neutralizar…- y los miras a los ojos y te das cuenta de que tienen miedo, que el miedo a convertirse en botones para ropa, les supera.

Y vuelven las guerras, pero no las bélicas precisamente, la guerra por tratar de subsistir rodeado de ineptos, que hacen la guerra, la enfrentan, la defienden y luego se encogen de hombros para hacerse las víctimas de sus propias guerras.

Deja a un lado el odio al otro por ser diferente, no solo físicamente, sino también por lo que tiene en el moropo, no le anuncies la guerra, porque aunque tienes respaldo para ganar, la gente sabe que al final eres un perdedor, que tu guerra sea por ser feliz, por respetar, por asumir la verdad del otro como otra verdad que no es una amenaza para ti.

Esta imagen, que nada tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial, me dice claramente que tenemos tanto que aprender de ellos, que tenemos que tratar de vivir en paz y que se vayan al carajo las ideologías, las diferencias, las apariencias y hasta las fronteras, si hoy ellos (los de la foto) tuvieran la oportunidad de ser gobernantes, permitirían que todo lo diferente se hiciera «cotidiano», hicieran, de hecho, una ley que permitiera que los rinocerontes pudiesen volar delante de un burro, mientras este último se lee la novela de León Tolstói «La Guerra y la Paz» y le reafirma que «La guerra es un juego mortal en el que todos pierden, incluso el ganador».

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