Jatibonico.- Viví orgulloso de ser cubano, de tener la alegría del Caribe, por ser juguetón y dicharachero, por creerme tener una preparación intelectual y pensar que me las sabía todas, pero ser cubano es otra cosa, al cubano siempre nos ha gustado comer bien y nos importa un carajo la salud o si engordamos, nos gusta comer carne de puerco asada, yuca y congris, nos gusta vivir bien porque nos enseñaron que a cada cual según su trabajo, a cada cual según su necesidad, sabemos de medicina y somos tremendos psicólogos.
Pero hoy estoy casi seguro que no siento deseos de decir que soy cubano, porque me daría vergüenza explicar cómo vivimos o cómo sobrevivimos, me daría pena decir que muchos hemos tenido que dejar lo que amamos por represión o buscando mejoras salariales, me daría ganas de llorar intentando expresar con palabras el sabor de un congris y el aliño de un puerco asado, me dolería la cabeza buscando remedios para tanto dolor y enfermedad física y del alma, me escondería detrás de un aguacero para disimular mis lágrimas.
Me daría dolor tener que explicar con los brazos extendidos la circunferencia de un abrazo por todos mis familiares y amigos que se han ido, pondría mi mano sobre el horizonte tratando de encender esa luz que buscamos, porque la necesitamos para vivir y nos la han quitado a fuerza de slogans y consignas vacías en discursos ardientes.
Un escrito así, que hice algún tiempo, al cual titulé «Ya no quiero», fue motivo suficiente para una escalada de cuestionamientos en mi antiguo trabajo, por alguien que, alguna vez, consideré mi amiga y hoy me avergüenzo de haberla tenido tan cerca de mi corazón. Por ese texto, ella, me declaró un desequilibrado mental, una persona deprimida y con poca capacidad de resiliencia.
Entonces, hoy somos unos cuantos los desequilibrados, hoy ser cubano lleva una cuota inmensa de ser resiliente pero para nuestro beneficio personal, porque pensar como país ha quedado en la utopía de los posibles y lo racional, al menos yo lo digo, lo afirmo, lo demuestro y sí para ti estoy «loco», bendita locura que me lleva a desahogar mi verdad y de no echarle la culpa a nadie y si alguien fuera culpable solo será la maldita circunstancia de ser cubano en el hoy y el ahora, en medio de tanta oscuridad como reflejo de una sociedad y una dignidad que se apagó hace mucho tiempo.
Pido disculpas por hablar en plural, pido disculpas a los que desde un puesto importante, una condición económica favorable y/o por vivir de remesas de gusanos mientras usted milita un partido oficialista, porque a lo mejor, así usted siente tremendo orgullo de sentirse cubano, pero yo, te digo que ser cubano es otra cosa y me da pena tener que seguir diciendo que ya esto no es vida y el del lado de allá tenga que llorar, porque para los de acá, no hay solución inmediata para sentirse cubano, al menos aquí y ahora.
Bendita locura y bendita depresión de verdades vividas, no como resumen de un informe engavetado, que habla con números fríos, de calidad de vida.