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ESO DE LA MÚSICA ES TREMENDO
Por Laritza Camacho
La Habana.- La edición 40 del Festival de jazz ha llegado a la Habana. Las entradas agotadas, las salas llenas, los muchos extranjeros rebosantes de asombro y de placer. Nosotros, quienes nos asombramos también por ver en escena a muchos de nuestros músicos que andan por el mundo…el público de siempre.
Allá fui yo a la sala Covarrubias del Teatro Nacional, a las 11:00 a.m del domingo 26 a ver a Rolandito Luna en la inauguración del festival. Los grandes siempre son sencillos y así es este músico que comenzó a entregarse al público desde los 15 años y le ha dado la vuelta al mundo con su cubanía y su sonrisa a cuestas.
La conducción mesurada y respetuosa de Marino Luzardo, la amabilidad desbordada de todos los trabajadores del teatro y la música…¡Por Dios!Rolandito se las ingenió para mencionar a todos sus maestros y presentar con palabras exactas a cada uno de sus invitados. Annys Batista, Yaroldy Abreu, Felipe Cabrera, Carlitos Zarduy, Barbarito Torres y Olvido Ruiz Castellanos en una primera parte de presentación que tuvo de todo, desde risa, nerviosismo sincero, emoción, pasando por la complicidad de la improvisación, un homenaje a Marta Valdés, una versión de «Drume negrita» en voz de Olvido que me sacó lágrimas y terminó con unas rumba, de esas que te paran del asiento.
Luego el receso, bueno para saludos y disfrutar la muestra fotográfica en el lobby y la vuelta a sala para la segunda parte con la Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro Joaquín Betancourt, el propio anfitrión Rolandito Luna y nuevamente los invitados haciendo de las suyas y haciéndonos disfrutar de unos arreglos espectaculares del propio Betancourt.El Sello 40 aniversario del festival entregado a Joaquín Betancourt y a Rolandito Luna…y el público de pie en un aplauso infinito…
Todas las cosas son necesarias, pero la música es imprescindible. En la mañana del domingo, desde el Teatro Nacional de Cuba se cambió el orden habitual del universo con una magia que solo entenderemos quienes estuvimos ahí. El jazz logró durante dos horas, que fuera la Tierra quien diera vueltas alrededor de la Luna.
