(Tomado del muro de Facebook de Arturo Mesa)
La Habana.- Uno va creciendo y en algún momento de la vida, le viene la idea de escribirle una carta a su Presidente. Una carta de agradecimiento porque, como niño, ha podido crecer en un ambiente sano, con recursos y con una familia feliz y unida.
Yo he decidido hacer la mía. Cincuenta y cinco años después la enviaré.
La diferencia en este caso es que la carta no se la voy a dedicar a “mi” Presidente. Mi carta estará dedicada a un presidente de algún país lejano en donde no nací y a donde siquiera quise llegar. Pero va a ser muy parecida a la carta de agradecimiento del niño de diez años que disfruta de salud, de un ambiente sano y de una familia unida. ¡Cómo no hacerlo ante esta acogida! ¡Cómo no agradecer al hombre y país que te abre las puertas para que, por tus medios, te labres el camino hacia el pan y el aceite! ¡Cómo no agradecer en un momento de mi vida en el que, hasta mi seguridad estuvo en tela de juicio tan solo por pensar un país mejor! Ni qué decir de mi trabajo y fuentes de ingresos.

Para los que no aprueban esta idea, explico que no ha llegado a un mes mi estancia en el Norte Brutal y Revuelto y ayer me citan para temas de Seguridad y Trámites, huellas y fotos y cuando regreso a mi casa, tengo un correo. “Usted está aprobado para trabajar en el Norte Brutal y Revuelto” y ahí es donde me pregunto: ¿acaso tengo la opción de NO escribirle una Carta al presidente? Honestamente, no la tengo.
De mi futuro yo no podría hablar, tampoco de mis decisiones cuando este programa culmine para mí; pero ante las puertas que se abren como cuando abres las de tu casa y te sientes seguro, lo más justo es redactar.
En esta película de malos que nos proyectan, el destinatario de mi carta presentó un programa unos cinco meses atrás, por el cual pudieran entrar a este país 30 000 personas al mes; personas que como yo, no teníamos forma ni medios de llegar aquí y encima estábamos sufriendo de «ciertas» presiones.

Más que justo sería señalar que el programa surge en medio de fuertes condiciones económicas y políticas en este mismo país y aún así, el malo de la película tiene tiempo para diseñar tal programa. El programa se puede ir y el Presidente podrá ser criticado por diversas razones, no importa si incluso, los que se oponen a él, se jactan de decir que este es un país de inmigrantes.
Tampoco el programa cuesta nada, no tienes que ir a ninguna parte y en menos de un mes de tu arribo, ya puedes empezar a “fregar platos” legalmente y ver cómo te abres camino hacia una puerta en donde algún día habrá seguridad.
Yo solo tengo palabras de agradecimiento ante mi caso, y por eso voy a escribir una carta, de esas que uno, cuando niño, le quiere mandar a su presidente. Lo único que no es al mío, y espero que el mío, por esta acción que he decidido realizar, sienta vergüenza.
Post Views: 135