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MIJAÍN LÓPEZ DESEMPOLVA UNA CONDECORACIÓN Y VUELVE RAÚL CASTRO

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Por Fernando Clavero ()

La Habana.- El castrismo desempolvó una vieja condecoración, la de Héroe de la República de Cuba, y sacó a Raúl Castro de su lecho de muerte, para homenajear a un deportista, en un hecho único en los casi 66 años de historia del proceso que hundió al país.

Hasta ahora, esa medalla se le entregó solo a generales, comenzando por el ya olvidado Abelardo Colomé Ibarra, y el fusilado Arnaldo Tomás Ochoa Sánchez, aquel que Fidel Castro mandó al patíbulo, en 1989, para intentar lavar su propia imagen, cuando Estados Unidos lo tenía en el punto de mira, a él y a su hermano, por meter drogas en el vecino del norte, en complicidad con el colombiano Pablo Escobar.

Antes, la habían recibido los cosmonautas Arnaldo Tamayo y el ruso Yuri Romanenko, por aquel vuelo conjunto, sobre el cual los cubanos más bromistas dicen que el piloto guantanamero regresó con las manos moradas.

Esa condecoración nació para imitar a los soviéticos, que entregaron miles durante la Gran Guerra Patria, como llamaron a la aventura alemana en territorio soviético en la Segunda Guerra Mundial.

Y Cuba, que asumió hasta los uniformes soviéticos y su sistema de grados, también se hizo eco de las condecoraciones, e incluso hasta condecoró a Raúl Castro, pero por maniobra oculta del hermano mayor, cuando ya no había héroes de Angola o jefes que se lucieron en la guerra, en cuyas solapas ponerla.

Es más, también le entregaron la distinción a los cinco espías que estuvieron presos en Estados Unidos y que ya hace una década que volvieron a Cuba, con tres de ellos medio defenestrados y dos en cargos de poca monta, aunque todos están gordos y muy saludables, como se pudo ver hace unas horas por la televisión nacional.

Pero lo de Mijaín López parece una jugada desesperada del castrismo para intentar reenganchar a un pueblo que ya le dio la espalda, en una actitud recíproca, porque Cuba tuvo héroes deportivos mucho más queridos que el luchador de Herradura, y me refiero, por ejemplo, a Teófilo Stevenson o Alberto Juantorena, niños mimados de Fidel Castro y adorados en su momento por la población, a los que nunca le dieron una medalla reservada siempre para otro tipo de personajes.

Ahora, ya no hay a quien condecorar y como los generales que quedan de cuando la guerra no hay acción importante alguna que endosarle para ponerle una medalla, además de ser unos detestables y correr el riesgo de que se hagan caca en los pantalones mientras los condecoran, prefieren hacerlo con Mijaín, cinco veces campeón olímpico.

Al final, y lo veremos, en unos años, la medalla del luchador, como las de los antecesores condecorados, aparecerá a la venta en cualquier lugar, por apenas unos pesos, como ocurre en Rusia con aquellos premios que recibieron los héroes de la guerra contra Adolfo Hittler.

Hay lugares de Moscú, lo he visto en documentales, donde, por unos rublos, puedes comprar una medalla de Héroe de la Unión Soviética, llevártela a casa y tenerla como souvenir. Así de sencillo.

Y lo de Raúl Castro… bueno, solo hay que verle las manos al nonagenario general de cuatro estrellas y aún hombre fuerte de Cuba, para darse cuenta de que está más del lado de allá que del de acá. A pesar de lo cual, sigue disfrutando su cuota de poder, y condicionando todo en la isla.

Veremos en 2025, qué otra jugada se les ocurre a los dirigentes cubanos, pero a todas luces, su tiempo se les está acabando, medallas aparte.

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