Y LOS MONSTRUOS TRAS LAS REJAS

Por Kathy Eisenring ()

Basilea.- Ayer hablaba con mi hijo de 13 años (nacido y criado en Suiza, de padre suizo) sobre el niño Damir y su situación y de ahí seguí a otras situaciones absurdas que he vivido en Cuba.

Le dije: imagínate que alguien tenga una enfermedad grave y que en Suiza no haya tratamiento, la persona decide irse no sé, a Noruega a curarse. ¿Hasta ahí todo normal, no? Pues ahora imagínate que toda la prensa le caiga encima a esa persona “por criticar el sistema de salud suizo y tratar de empañar los logros de la medicina suiza!”

– Impensable, contesta.

Ahora imagina también que quieres irte a vivir a Noruega o a Italia o donde sea, por las razones que te parezcan y que un día veas a tus maestros, “ amigos”, vecinos y otro bulto de desconocidos tirándole piedras y huevos a tu casa porque te vas, además de gritarte: gusano, basura, escoria!!!

Silencio…

– ¿Mami, de verdad eso pasó en Cuba?!

Le digo que también más, mucho más…

Estos absurdos y crímenes que ustedes conocen no caben en una mente libre, criada en un mundo libre porque simplemente son como tumores, deformaciones monstruosas, taras sin nombre para el espíritu humano.

Sin embargo es la vida, el día a día de los cubanos, algo tan rutinario como la cola del pan o del gas, todo parte de una realidad impuesta, un mundo bajo velos negros, aduanas de conciencia, ausencia de disfrutes, sueños de evasión…

Ojalá muy pronto haya niños EN CUBA que también pregunten incrédulos cuando se hable de estos años infernales:

– ¿Mami, de verdad eso pasó en Cuba?

Ojalá ni lo imaginen, que ya tendrán suficiente los padres con las pesadillas de por vida, pústulas del alma tan maltratada, trauma eterno.

Ah, y los monstruos tras las rejas.