Noticias de Cuba

AQUELLA TIERRA Y ESTA

NO ES UN DÍA PARA CELEBRAR

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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- A estas alturas debería haberle quedado claro a los funcionarios del gobierno cubano que emitir una norma legal topando precios de alimentos cruciales del agro nacional, como son el arroz y los frijoles, más que un “congelamiento” pudiera ser jugar con fuego.
Dice la nota informativa que “uno de los propósitos” de la norma es “contener el alza de la inflación”, pero por alguna razón -quizás ideológica o administrativa- no logra verse que la medida no es relevante para resolver el problema clave: la falta de capacidad de oferta.
Hay viejas mañas que no se olvidan y parece que la “topadera” de precios -que en la mente de los burócratas funciona como una especie de espada mágica- es un viejo truco que, a pesar de su probada ineficacia, vuelven a aplicar una y otra vez.
Es precisamente la variabilidad de los precios lo que tradicionalmente ha ofrecido la flexibilidad que se necesita para responder a déficits de oferta en una actividad, como la agropecuaria, tan sujeta a notables variaciones de muy distintos tipos.
Aparecerse ahora con “precios máximos de acopio” indica la supremacía de mecanismos administrativos, no obstante la jactancia oficial por el supuesto reconocimiento a los mecanismos económicos y a pesar de que se autodenominan un “gobierno de ciencia”.
Topar precios funciona como una tupición de cañerías del sistema económico. Crea la ilusión de “contener” inflación cuando, ante la ausencia de respuesta de oferta, lo que hace es trasladar la inflación al mercado negro y provocar inflación “reprimida” en mercados racionados.
Los precios máximos de acopio limitan al productor agropecuario sus posibilidades de obtener ingresos que se dedicarían a invertir, reduce los incentivos y aumenta los riegos para invertir, y para hacerlo de manera eficiente.
En la economía no funciona la magia. Ni la propaganda ni el voluntarismo producen arroz, frijoles, ni nada que resuelva un nivel de inseguridad alimentaria sobre la que el gobierno cubano no parece estar dispuesto a reflexionar autocríticamente.