LAS REDES, SANDRO CASTRO Y LOS MIEDOS DEL CASTRISMO
Por Jorge Sotero ()
La Habana.- Las redes no paran. La Cuba del primer cuarto de siglo se ha vuelto adicta al Facebook y a Youtube, sobre todo, y por esa vía intenta ponerse al tanto de todo, informarse de aquello que los medios le niegan, o que la dictadura le esconde.
Para algunos es tan importante pasar por las redes para estar al día, como alimentarse. Y los influencers y youtubers se ponen las botas, con millones de post sobre la situación del país y cientos de vídeos sobre esto o aquello: dolarización, apertura de nuevos mercados, accidentes, feminicidios, y filtrajes sobre lo que ocurre con la familia real, o con la dirigencia.
En estos primeros días del año, Díaz-Canel interrumpió eso que ha dado en llamar recorridos, ha disminuido sus publicaciones en redes sociales, y los medios -los del oficialismo- están centrados en llevarle al cubano lo que sucede con la llamada caravana de la libertad, una reedición ridícula de la marcha de los rebeldes de Santiago de Cuba a La Habana en enero de 1959.
Pero hasta eso han tenido que hacerlo con los viejos combatientes, algunos estudiantes, los barrigones de la dirigencia de los lugares por donde han pasado aquellos camiones, y también con los octogenarios combatientes, famélicos ancianos que aprovechan la ocasión para sacar a relucir las viejas medallas de calamina que alguna vez les entregó el castrismo para mantenerlos contentos.
Alguno de esos viejos se desmayó en la espera. Algún centro de trabajo a lo largo de la carretera central se negó a acudir al llamado, lo cual le costó al director una reprimenda de los dirigentes del partido comunista, que no tuvieron más remedio que colocarse en primera fila con un pullover rojo a punto de reventar por la parte del abdomen.
Mientras, en las redes, otras cosas acaparaban la atención, entre ellos Sandro Castro, el impopular nieto del difunto culpable de todo. El dueño del bar EFE, la nueva celebridad de la familia Castro, no solo se tomó la atribución de enviar un mensaje a «mis cubanos» para exhortarlos a beber cualquier cosa en 2025, sino que apareció con un Cohíba Behíque, de los que valen más de 200 dólares la unidad en cualquier parte.
Y para colmo, alguien, supuestamente el mismo Sandro, orientó que les tomarán unas fotos mientras un agente del orden lo detenía y lo interrogaba, por algo que supuestamente hizo.
Para mí, forma parte del mismo aparataje, montada a parir de un guion muy bien montado y analizado por la cúpula, y no algo imprevisto, porque hasta las fotos del detestable Sandro quedaron bien.
Eso sí, de haber sido verdad, el famélico policía debe estar ya en la terminal de La Coubre, en espera de algún ómnibus que vaya hacia el oriente con algún asiento vacío, porque a los Castro no se les toca. Y eso él debe saberlo.
Más allá de la aparente tranquilidad, del protagonismo de Sandro, en la cúpula hay pavor. Saben que en unos días debe producirse la juramentación de Nicolás Maduro para otro periodo de seis años al frente de Venezuela, y ellos no ven tan claro que el pueblo venezolano se vaya a quedar tranquilo y dejar que se consuma el más grande robo en la historia del país suramericano.
Maduro no es Hugo Chávez, pero sigue siendo el principal aliado del castrismo y por eso el interés en que no haya un cambio brusco en la tierra de Bolívar. Si Maduro cae, que debería ser lo justo, porque perdió las elecciones, la debacle del castrismo estaría más cerca, y también tendrían que ponerse en remojo en Caracas.
Nada, que en Cuba puede haber una calma chicha, como esas que asustan a los marineros porque pueden ser el presagio de una tormenta, pero el castrismo sabe que el horno no está para galleticas, mucho más si están conscientes de que no dan pie con bola con nada que hagan o digan, sobre todo con la nueva dolarización del país, algo que acaba de comenzar, en otro paso en falso de los que experimentan con los más de ocho millones de pobres que hay en Cuba.