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LA ÉTICA POR ENCIMA DE TODO

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Por Yunior García Aguilera
Madrid.- A raíz de la polémica que han generado determinados anuncios publicitarios en Cuba, me gustaría compartir algunas ideas con mis colegas. Y lo hago desde el respeto, la admiración y el cariño que siento por muchas actrices y actores cubanos. Soy consciente, además, de lo dura que es la realidad en la Isla y de lo difícil que resulta ganarse el pan, en nuestra profesión o en cualquier otra.
Cuando se asume un rol negativo en una telenovela, una película o una obra de teatro, está claro que no deben confundirse nunca al actor y al personaje que representa. Son cosas distintas. Pero cuando se trabaja en publicidad, esa mercancía o servicio no solo usa tu cara, también usa tu nombre. De modo que eres tú, y no un personaje, quien asume la imagen del producto. A nadie le importa quién escribió el guion. Eres tú la persona que encarna, no solo la manera en que se venda, sino también la imagen de ese artículo. Por eso, trabajar en publicidad es una de las cosas que más en serio debería tomarse.
Imagina a un actor alemán, en 1942, vendiendo jabones procedentes de Auschwitz. Imagina a una actriz sudafricana durante el Apartheid vendiendo cremas blanqueadoras de piel. ¿Cómo crees que serían recordados? Hay un límite clarísimo entre oportunidad y oportunismo: la ética.
Sobran los ejemplos de actores famosos que jodieron por completo sus carreras por aceptar trabajar en anuncios nefastos. Para ellos, quizás, se trataba solo de una «pincha» más. Para su público, en cambio, resultaron cosas intolerables, humillantes, inaceptables.
También, por suerte, sobran los ejemplos de otros actores que rechazaron millones de dólares porque ese producto iba en contra de sus principios. George Clooney, por citar un caso, mandó al carajo a una aerolínea que le ofrecía muchísimo dinero por una publicidad, y lo hizo porque esa compañía pertenecía a un país que violaba los derechos humanos. DiCaprio, por citar otro ejemplo, mandó a la mierda a una empresa que lo llamó para un anuncio, mientras se estaban cargando el medio ambiente. Y todo el mundo sabe lo que piensa y hace DiCaprio al respecto.
Ya sé que George Clooney y DiCaprio tienen más dinero que cualquiera de nosotros y que pueden darse el lujo de rechazar jugosas ofertas. Pero no estoy hablando del tamaño de nuestras billeteras, sino del tamaño de nuestra ética.
Ya sé también que algunos dirán: «Da igual que hablen bien o mal del anuncio, lo importante es que hablen.» No. No están hablando del anuncio, ni siquiera de la mercancía. Están hablando de ti.
Ojalá que esta opinión (es solo eso, una opinión) pueda contribuir al debate y ayudarte, colega, a elegir muy seriamente a qué producto ponerle tu cara… y tu nombre.

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