
HISTORIAS DE UN PAÍS MUERTO
Por Hermes Entenza ()
Nuremberg.- La ciudad de Sancti Spíritus está alumbrada solamente dos horas diarias. Cuentan que en la noche el silencio es tan grande que se pueden escuchar los latidos del corazón y los fuetazos de la presión sanguínea azotando el cuerpo.
Sancti Spíritus, como toda la isla, es una ciudad muerta, llena de gente muerta que camina por las calles como fantasmas detrás de un poco de luz, o de café, o azúcar, o cualquier cosa que se puedan llevar a la boca.
Así está Cuba, desde Maisí a San Antonio, menos en ciertos lugares donde la vida se parece bastante a la de esas actrices de Hollywood que salen en revistas con el mismo olor de Marilyn Monroe.
Cuba está muerta, pero también hay luz en ciertos lugares raros, donde se ordenan detenciones arbitrarias, abuso de poder contra ciudadanas y ciudadanos tranquilos y decentes. Hay movimiento en las tropas de detención, avizorando alguna protesta para ir a golpear y torturar.
Está grave la isla, pero la corte se pasea por el mundo, y cena en Madrid, Londres, París y hasta en Washington, en el vodevil y la farándula mundial, con ruido de copas que aumentan el glamour. Una actriz se pasea con el príncipe de las tinieblas, y mientras este le sirve una copa de champán, ella le cuenta de las grandes transparencias y alfombras rojas del mundo civilizado, pero nunca hablan del pueblo de Cuba, triste, hambriento y silencioso; pero los cubanos humildes no escuchan, en medio de ese silencio y soledad, que en cualquier ciudad, restaurante, cantina y prostíbulo caro del planeta, hay gente de la corte viviendo a todo tren.
¿Qué es necesario para ser un buen presidente, un buen ministro, un excelente político, o una buena actriz? No es tan fácil: honestidad, y no perder jamás la espiritualidad necesaria para poder acceder al buen tesoro que es el pueblo.
Con tanto olvido en el alma no se puede ser presidente, ni ministro, ni actriz, porque no representan a los que llevan la sangre de la patria que está en duelo.
El gobierno cubano no tiene espiritualidad, no sabe ni le interesa conocer el llamado de la tierra, no se detiene a pasarle la mano al que nunca ha tenido ni diez segundos de felicidad; y no hablo de espiritualidad religiosa, aunque un presidente, un ministro y una actriz de relevancia mundial, para ser recordados con cariño, deben tener mucha semejanza con un sacerdote o un pastor: la base de amor y comprensión para con el pobre y el necesitado. No, no se puede ser presidente con frialdad y arrogancia, ni ministro con ambición, ni actriz que le guste regodearse con el mal.
Cada segundo de oscuridad en Sancti Spíritus me convence de que Cuba es el país olvidado por todos, comenzando por el presidente, sus ministros, los represores y alguna estrellita de Hollywood que olvidó sus medias rotas en la puerta de su casa natal.