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HISTORIAS DE PANES Y CUCARACHAS

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Por Víctor Ovidio Artiles ()

Caibarién.- Que el pan pese unos gramos menos ya está superado. La panadería que me toca padece trastornos de la personalidad y casi puedo asegurar que es bipolar y hasta multipolar.

Un día es un pan hermoso, a pesar del lógico facho del aceite, y otro día es flaco y duro como si estuviese momificado.

A veces parece un rompecabezas y se divide en menudos pedazos y otras es un ladrillo refractario.

En sus segundos días de vida a veces se parecen a Hulk y otros a Mike Tyson.

El pan se produce con harina de trigo como se sabe, pero leyendas urbanas cuentan de harinas de yuca, de boniato y de calabaza.

En los últimos días, en pleno proceso de sustitución de importaciones, creo que están haciendo pan con harina de cucaracha.

A simple vista no lo parece pero huele a cucaracha y sabe a cucaracha y no debe ser casual. Cogí un pan y lo acerqué a mi rostro. Luego de dos arqueadas profundas, de las que te dan dolor de estómago y tras aguantar la respiración lo miré fijamente.

El pan me miró, movió sus paticas, incluso la patica principal, me guiñó un ojito, movió sus antenas y me dijo: «Si te quieres casar conmigo acaba de decirlo antes que llegué el Ratoncito Pérez».

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