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GERARDO HERNÁNDEZ QUIERE SER INFLUENCER

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Por Oscar Durán

La Habana.- Gerardo Hernández Nordelo acaba de lanzarse a YouTube. Con esa me desperté apenas abrí mis redes sociales. No he visitado su canal, ni lo haré jamás, pero según una foto en Facebook, tenía 265 suscriptores, un video y se define así: “Viví 20 años en Estados Unidos, 16 de ellos, preso por defender a mi pueblo de actos terroristas. Ahora sigo luchando contra el terrorismo mediático”.

Como ven, el Coordinador Nacional de los Comité de Defensa de la Revolución arrancó el 2025 por todo lo alto. Ya muchos lo catalogan el faro y guía del ciberclariato dentro de la isla, incluso, hay quien le pidió hacer un programa de cinco a siete de la tarde sentado en una silla roja y con una gorra que diga: “mi presidente es el mejor”.

Con exactitud, nadie sabe de qué va esta payasada de Hernández Nordelo. Quizás se enfoque en poner las caras de dos o tres viejitos desnutridos donando sangre o cumpliendo con las guardias cederistas. No hay mucho más para mostrar en Cuba, a no ser desgracia.  Cualquier video donde vean una “isla paraíso”, sigan de largo, es una total mentira.

El Espía cubano nos demuestra con este canal que no hay mucha pincha dentro de los CDR, una organización inservible que hasta los presidentes tienen puesto el Parole y venden de todo en sus casas de manera clandestina. Hasta el químico.

Si yo fuera Gerardo, haría videos en el mercado de 3ra  y 70 y le preguntaría a las personas si están satisfechas con esa nueva propuesta. Por ahí ganaría un poco de credibilidad y lo seguirían 107 personas más. Pero no, ese canal no pasará de ser un bodrio, hablando las acostumbradas sandeces que al pueblo no les interesa, aunque ellos piensen lo contrario.

¿Qué puede aportarle Gerardo Hernández a la sociedad cubana? Un  tipo que se ha dedicado toda su vida a espiar y ser un lamebotas de la dictadura más mala de América Latina. Ni un mega gastaría en ver medio segundo de sus videos. Vomitaría de una.

Vamos a esperar entonces con qué viene el Coordinador -no confundir con cornudo- en su nueva faceta de youtuber. No le voy a llamar influencer porque le quedaría grande esa palabra. Ninguna especie graduada de la Ñico López y perteneciente a la Seguridad del Estado puede influir en lo más mínimo; a no ser, claro está, que esos seguidores sean la trole de ciberclaria con nauta ilimitado y un teléfono petrolero. 

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