Noticias de Cuba

CON DOS HUEVOS Y SIN CIGARROS

ES UN PROBLEMA DE HUEVOS: ANTES Y AHORA

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Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Fueron las izquierdas en Cuba, -yendo de los radicales a los reformistas, y al revés- las que vencieron en los 2000 a la hegemonía del Estado obrerista que se había instituido en la era soviética. Todavía en 2019 se dió un debate que puso en cuestión al Estado confesional de filiación marxista-leninista; que había sido derrotado, pero no vencido.
Tampoco esas izquierdas han logrado crear plataformas de unidad que conviertan la creatividad intelectual en insumos políticos que usaría el partido del cambio, que en Cuba es mayoritario. Desde el ángulo de las ideologías el caso se refiere a los credos y horizontes de esas izquierdas; que incluyen a socialdemócratas, socialistas revolucionarios y anarquistas. Desde el punto de vista político, en cambio, las distancias están marcadas por las adhesiones y lealtades que identifican a las mismas.
Esto es algo que las derechas han resuelto al alinearse con los enemigos de la Revolución cubana. Éstas no buscan ni el rearme de la revolución (uso minúscula) ni darle una solución de continuidad a la misma. El hecho de estar alineadas con los enemigos de la Revolución, ideológica y políticamente, facilita las cosas a las mismas.
Frente a esta situación las derechas se han dotado de una sombrilla que las protege de la hostilidad del régimen, así como les asegura una independencia en relación al sistema; mientras que las izquierdas en cambio se enfrentan a la disyuntiva de tener que elegir entre optar por la subvención del Estado y pagar con lealtades, o sufrir un ostracismo brutal y vivir en la total precariedad. Ese es el precio de la honestidad intelectual; esos son los límites del coraje político en Cuba.
Entonces es en ese contexto que cobra actualidad un pensamiento del Che: «Falta el desarrollo de un mecanismo ideológico-cultural que permita la investigación y desbroce la mala hierba, tan fácilmente multiplicable en el terreno abonado de la subvención estatal.» Sucede que 60 años después en Cuba esa carencia no ha sido resuelta.
Explica eso la presencia hoy en Cuba de una estructura de poder -sórdida y alienante- que paraliza a toda la sociedad e impide a ésta avanzar y liberarse del régimen. Desde la política subdesarrollante del Gobierno hasta el proyecto neodesarrollista del Partido, pasado por la adjetivación de la sociedad al Estado. Finalmente está última se haya atrapada en redes de opresión y exclusión políticas que hacen que sea casi imposible reinventar la revolución y darle una solución de continuidad.
Sugerimos darle un giro comunitario radical a la sociedad. Veinte años después, ¿cuál es la respuesta del régimen? Adoptar una política de municipalización de la economía que empodera a élites empresariales y burocracias locales, antes que a colectivos y comunidades. ¿Cuál será el final de esa historia? Surgirán 169 Estados liliputienses despóticos en manos de mafias locales.