EL CASTRISMO Y SUS OBEDIENTES ‘SQUEALER’
Por Joel Fonte ()
La Habana.- En esa pequeña pero monumental obra de George Orwell -‘Animal Farm’, o ‘Rebelión en la Granja’- en la que con una fina sátira denuncia el escritor al estalinismo, pero que casi desde su publicación ha servido como paradigma para la comprensión del hacer de todas las dictaduras globales, está dibujado un pérfido personajillo que simboliza a la prensa, a los resortes que los regímenes totalitarios emplean para manipular a la masa a través de la tergiversación de la verdad: Squealer.
Vergonzosamente, avanzado ya el siglo XXI, millones de seres humanos en el mundo continuamos viviendo bajo regímenes que encuentran en la manipulación de la verdad un arma tal vez más poderosa que la represión, que la violencia física contra sus opositores.
La dictadura castrista tiene sus propios Squealer, sus mercenarios de la mentira que se encargan con un entusiasmo servil de ocultar bajo siete llaves todas las verdades que desconocemos.
Son Squealer los ‘funcionarios’, ‘juristas’ que conforman ‘normas jurídicas’ infames para legitimar la incapacidad administrativa y la corrupción de un régimen que comenzó amordazándonos en el ejercicio de nuestros más elementales derechos políticos, civiles, económicos, hace ya 65 años, y llega al punto hoy de normalizar apagones infernales que le roban la luz de la existencia a millones de seres desvalidos.
Son también Squealer los que visten la casi sagrada vestimenta de médicos, y por meses se sientan frente a la televisión castrista a mentir, a ocultar los miles de muertos en medio de la COVID, solo para que ese régimen cobarde siga mintiendo al mundo diciendo que la salud en Cuba es excepcional y socialista.
Es otro infame Squealer el ‘periodista’ que cada mañana acude a leer el mismo libreto de fracasos en la generación eléctrica, como si fueran logros. No solo son actores fracasados; son sobre todos verdaderos traidores, asesinos que como un Brutus moderno, como un Judas, clavan su traición en el corazón de todo un pueblo.
Ellos, tan centrados en las dádivas que reciben por su vil abyección, deberían recordar que, entre los criminales nazis sentados en el banquillo de los acusados de los Juicios de Núremberg, estaba también el ministro de información de Hitler.
Basta de manipulación y mentiras. Basta de tolerar injusticias. No más dictadura en Cuba.