Hace tres décadas y media que debió de ser realizada en Cuba una reconversión tecnológica del aparato productivo y aún el problema no ha sido resuelto.

Inicialmente se trató de responder a ese imperativo con la adopción de tecnologías blandas; como el caso del «proceso de perfeccionamiento empresarial» en la década de 1990. Después se realizó la «revolución energética» (años 2000), que fue financiada por la población -extorsión mediante- y que incluyo al sistema de producción y consumo de electricidad de conjunto en base al petróleo venezolano. Este asunto no fue resuelto por las reformas de Raúl Castro (2008-2017). Entonces el cambio se planteó en términos de «Lineamientos» que debían ser cumplidos a mediano y largo plazos, siendo así que se le restó prioridad a la solución del problema.

Sabemos qué sucedió en Cuba en el último sexenio (2018-2024) en materia de producción y consumo de energía eléctrica. Nada. El poder ha tratado de mantener en el aire a un avión sin relojes que está hoy a punto de caer a tierra.

Hablamos de la energía, que es el corazón de la economía. Siendo así, no creo que ante el pulso basal del corazón la solución sea poner al cuerpo en reposo. Sería la muerte. Incluso con el cuerpo humano ocurre que el 80 por ciento de la circulación de la sangre se debe al bombeo de los músculos que hacen de corazón en reverso. También se sabe que hay músculos más potentes y capaces, así como hay miembros de la sociedad que son mas resistentes y solventes. Luego no es siempre el que más energía consume -insisto en la analogía- el que más sangre irriga por el cuerpo. Pienso en el hígado, órgano del cuerpo humano; que para la economía hoy serían las pymes o el sector no estatal.

Significa que desde los hogares hasta las industrias, debemos de pensar y lograr la autosuficiencia energética en toda la sociedad.

Estamos ante una economía que se haya atrapada por tres pinzas: patrón de acumulación, políticas subdesarrollantes, derecho de los imperios. Entiendo que el cambio se debe dar en esos tres ámbitos y bajo otra concepción del desarrollo. Debemos de lograr un nivel de autarquía que tienda al autogobierno de la sociedad; basado en el internacionalismo de los pueblos, yendo más allá del sistema interestatal mundial hoy dominante. Luego hay una nueva civilización que emerge y que nos obliga a modernizar-descolonizar toda la sociedad.