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AQUEL ABRAZO OLÍMPICO Y LA DOBLE MORAL DEL CASTRISMO

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Todavía da vueltas en las redes el abrazo entre Loren Berto Alfonso, el púgil cubano que compite por Azerbaiyán en los Juegos Olímpicos de París 2024, y su víctima, el abanderado de la delegación cubana, Julio César La Cruz.

Nada más terminar el combate, el púgil azerí, quien nació y se formó en Cuba, abrazó a La Cruz y declaró que tenía al camagueyano como su ídolo de siempre y que en el deporte se gana y se pierde, todo eso con una naturalidad tremenda, sin odios, sin rencores. Y entonces, los voceros del castrismo intentaron sacar partido… como siempre.

Antes que todo, el presidente impuesto, Miguel Díaz-Canel, en un hilo en X alabó la carrera de La Cruz y digo que el pueblo cubano lo seguiría queriendo igual, y a partir de ahí se desató la locura, con el flamante nuevo director de Trabajadores, Joel García, al frente de la cruzada por la unidad de los cubanos.

Ahora, en la derrota y luego de las palabras de Loren Berto Alfonso, la cubanía sí es lo más importante, las raíces están por encima de todo, el competir bajo banderas diferentes no nos hace enemigos y bla, bla, bla.

Es increíble el histrionismo de estos periodistas -y que conste que Joel García no es el único- para decir una cosa ahora, luego de haberse pasado 15 años, 20 o 40, criticando a todo el que decidió dejar el país y competir por otro lugar, a todo el que se cansó de sobrevivir en Cuba y tomó otros rumbos, con todo el derecho del mundo.

La cúpula castrista, con Fidel Castro a la cabeza, cargó de ofensas a René Arocha, a Rolando Arrojo, José Contreras, Kendry Morales, a voleibolistas, pesistas… ¿o es que no recordamos todo lo que se dijo del pesista Roberto Urrutia en 1979, cuando decidió quedarse en Estados Unidos, luego de proclamarse campeón mundial en Gettysburg. En ese momento recordaron que hasta el padre del levantador de pesas había sido un soldado batistiano.

Ahora, cuando Cuba está a punto de firmar su peor actuación olímpica en más de 55 años, se agarrarán a los títulos que conseguirán los cubanos que defienden otros pabellones. Son capaces de contabilizarlos, hacer un medallero particular y decir que la isla está por delante del resto de los países de América Latina, una región que cada vez está más atrás en el deporte, al extremo de que cinco días después del inicio de los Juegos, apenas ha sumado una medalla de plata y algún bronce.

La doble moral llega a tanto que, mientras alaban el abrazo entre la Cruz y Loren Berto y las palabras del emigrado, el Comité Olímpico Cubano, que es el Inder y es el gobierno cubano, se lanzó contra el Comité Olímpico Internacional (COI) para que impidiera la participación del campeón de Tokio 2020 Fernando Dayán, por el Equipo Olímpico de Refugiados. Solo porque el canoísta habló de régimen, dictadura, represión, miseria.

No se puede ser tan burdo en la vida. No se puede ir por ahí acomodando las situaciones según nos convenga. Ni se puede mentir tanto, ni ser tan cínicos. Los seres humanos tenemos que ser consecuentes. Si somos hijos de puta, no hay necesidad de disfrazarlo y aparentar ser buenos. La piel de oveja ya no les queda bien.

El mundo sabe lo que da Cuba. El cubano común ha comprendido, al fin, con quien lidia, quiénes son los dirigentes, cuál es su catadura, quiénes son los voceros del régimen, los que se bajan los pantalones para caer bien a cambio de un viaje, una casa en un edificio moderno, un puesto relativamente importante…

Cuba es una mentira, y la doble moral sigue campeando por su respeto en la cúpula gobernante, como ha sido desde hace casi 66 años.

No seré yo quien les crea nunca más, por más que se hagan los buenos e intenten darle vueltas a la tortilla.

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