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VILMA ESPÍN

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Por Esteban Fernández-Roig
Miami.- Muy poca gente de la “alta sociedad”, y de los millonarios cubanos, mantuvieron sus riquezas en la Cuba castrista.
Una excepción fueron las familias Espín y la Guillois gracias a que una hija logró congraciase con los Castro, inicialmente echando pa’lante y logrando la detención y muerte del principal rival de ellos llamado Frank País.
Se alzó en la Sierra. No tenía ningún tipo de atributos físicos, pero como todo el mundo sabe que “en tiempos de guerra cualquier hoyo es una trinchera”, obtuvo la aprobación lujurienta de “Bola de Churre”, desde luego, a escondidas de la vista de Celia Sánchez. Se hizo llamar “Deborah”.
Al robarse el poder en Cuba, Fidel Castro cogió la mahomía de ocultar su vida privada, nadie sabía dónde vivía, ni que mujer tenía, y enseguida la impone como la representación femenina de la recién estrenada dictadura.
Para ponerle un parche y despistar las conjeturas de la gente sobre las pajarerías de su medio hermano, lo obliga a contraer matrimonio con la servicial Vilma.
También la sitúan como figura decorativa al frente de la Federación de Mujeres cubanas, mientras la que verdaderamente “corta el bacalao” ahí era Clementina Serra, esposa del general de la KGB, Osvaldo Sánchez.
Vivió muchísimo mejor que la esposa de un multitudinario estadounidense, en una vida llenas de lujos y derroche.
Aplaudió los miles de fusilamientos, el Plan de Trabajo Forzado Camilo Cienfuegos, las torturas en Combinado del Este y Cien y Aldabó, la exterminación de la propiedad privada y la destrucción de Cuba.
Madre del verdadero dictador de Cuba, Alejandro Castro Espín, y de la inefable Mariela, abuela del troglodita “Cangrejo“, y ex suegra del zar de la Economía, el fallecido López Callejas.
Apoyó decididamente todos los desmanes desde el primer momento, porque mientras en la sierra todos se quedaron atónitos cuando el Che asesinó a mansalva al campesino Eutimio Guerra, ella lo aplaudió y hasta pidió el casquillo de la bala como souvenir.
Tuvo mansiones, criados, Mercedes Benz, joyas, perfumes traídos de Francia, una vida que ni los Maharajas de la India la tuvieron.
A esta señora tenemos que colocarla en la historia de una Cuba libre como una de las culpables de la tragedia que azota a nuestra nación desde 1959.

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