LA VIDA, A PESAR DE LOS OBSTÁCULOS DEL CAMINO

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Por P. Alberto Reyes ()

Evangelio: Marcos 5, 21 – 43

Camagüey.- El Evangelio de este nos presenta a dos mujeres incapaces de generar vida. Una, porque al tener flujos de sangre y ser considerada impura, no podía ser ni siquiera tocada por un hombre. Otra, porque ha muerto al entrar en la edad en que podía empezar a generar vida. Ambas, sin embargo, recuperan su capacidad de dar vida al entrar en contacto con el Señor.

Son dos mujeres sin nombre, porque son, en realidad, la representación de todos nosotros, llamados a generar vida pero en peligro de no ser capaces de hacerlo.

Generamos vida cuando elegimos el bien, cuando vivimos de tal modo que la experiencia que transmitimos es paz, generosidad, alegría, disponibilidad…

Generamos vida cuando tocamos la vida de los demás desde la escucha, la acogida, la compasión, la ayuda…

Generamos vida cuando somos capaces de acompañar el dolor, las lágrimas, la desesperanza…

Y sin embargo, no es sencillo mantenerse generando vida, porque nuestra humanidad nos pondrá siempre barreras con las cuales lidiar, si queremos ser fieles a este empeño: nos cansamos, nos disgustamos, nos agobiamos por nuestros propios problemas; a veces somos heridos, somos maltratados, somos incomprendidos; nos abandona el deseo, la ilusión, la esperanza…

Por eso el Evangelio recalca cómo estas dos mujeres recuperan su capacidad perdida en el encuentro con el Señor. Desde el encuentro con Jesús, una es sanada y la otra reanimada.

Podemos tener muy buenas intenciones, podemos haber cultivado un gran corazón, pero necesitamos al Señor, necesitamos su aliento, su presencia, su fortaleza. Necesitamos escucharlo diciéndonos: “Yo estoy contigo”, porque es ingenuo no contar con nuestra fragilidad, con nuestro cansancio interior e incluso con el mal que, como parte de nuestra realidad, también nos habita.

Desde el Señor, será siempre más fácil generar vida, no pidiéndole que quite de nosotros lo que no va a quitar porque es parte de nuestra naturaleza: el cansancio, el agobio, el desánimo, el dolor… sino pidiéndole que nos ayude a ser bendición a pesar de los obstáculos del camino.

Y empezando siempre por casa, ese sitio donde comienza el mundo.