Oscar Durán.- A Cuba, como país, quien le falló fue su pueblo. Nosotros, sus hijos. No el Estado. Quizás esté equivocado, pero hay argumentos para eso. Yo nací en 1982 y, desde esa fecha, hasta hoy, la dictadura no se ha fallado a sí misma como Gobierno. Ella sigue siendo la misma. Aunque camine para atrás, nunca ha dejado de ser ella. Reprime, abusa, miente y no echa andar al país hasta la superficie del pozo.
Nosotros, los cubanos, debemos culparnos por tocar fondo. La isla se hundió y no hemos hecho nada por sacarla de una vez y por todas. Marino Murillo salió hablando del Ordenamiento Monetario y no le dimos frente. Bajamos la cabeza y obedecimos como perro a su amo. A partir de ahí, las desgracias vinieron a granel.
Si después del fondo, hay otra cosa, pues ahí estamos en estos momentos. No hay indicios de salir. Primero debemos respetarnos y hacerle frente al régimen. Si tus hijos hoy no comieron, pues dilo, desahógate. Si el sistema de salud es un desastre y casi te matan en un hospital, denúncialo.
Por quedarnos en silencio, le estamos haciendo compañía al Titanic. Uno debe tener un camino, mirar un punto fijo y llegar a él sin traicionarnos. No podemos seguir entregados a un estado fallido y acostumbrarnos a vivir sin libertad.
¿Te quitaron la luz? Busca un plato de aluminio, una cuchara y arma un cacerolazo. Aunque no lo creas, es una manera de salir del fondo. Es muy fácil decirlo desde un escritorio, lo reconozco, pero si no tomamos el ejemplo de San Antonio de los Baños, estamos dándole más vida a una dictadura moribunda.
Mientras el dólar siga escalando, una bolsa de arroz te cueste un saco de dinero, los medicamentos estén en falta, el hospital sea una mugre, Nicaragua sea el inicio de una travesía, y Díaz Canel salga diciendo que vamos por buen camino, estaremos habitando por más años en ese dichoso fondo.
Que me disculpe mi colega Jorge Sotero, pero no estoy de acuerdo cuando dice que el fondo sería el final de todo. Aunque duela decirlo, nos acostumbramos a llegar abajo y seguir escarbando a ver si encontramos más miseria. El despegue demorará, Jorge, porque ahora mismo no hay nada que nos impulse y muchos menos algo que nos conmueva.
